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Se debe reformar artículo 123 y no otorgar subsidios: Levy

IMPULSO/Agencia SUN

Ciudad De México

Mejorar el bienestar de los trabajadores mexicanos es el gran pendiente del país, afirma Santiago Levy, vicepresidente de Sectores y Conocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Para el ex subsecretario de Egresos de Hacienda en la presidencia de Ernesto Zedillo y el arquitecto del programa antipobreza de Carlos Salinas de Gortari, el conjunto de medidas que se han tomado en el pasado para un empleo digno no han funcionado. Dice que aunque seguimos haciendo las cosas mal, no todo está perdido.

“No hay una ruta única, hay diversas; el conjunto de medidas que hemos tomado en los últimos años no han funcionado y si seguimos haciendo lo mismo no funcionarán. No podemos sustituir que los trabajadores tengan un buen empleo en una empresa productiva donde tengan la posibilidad de ganar un salario real alto con programas de transferencias o programas de subsidios”, advierte.

En entrevista con EL UNIVERSAL, plantea que hay que reformar el artículo 123 Constitucional para que todos los trabajadores tengan los mismos derechos independientemente de si son asalariados o no.

“Parte del problema nace con la arquitectura de la Constitución que, en efecto, separan a los trabajadores, no le dan iguales derechos; parte del argumento en efecto es decir que todos los trabajadores deben ser tratados de la misma manera y que todos deben tener los mismos derechos”, explica.

De lo contrario, la productividad se estancará y vamos a seguir creciendo muy lentamente a 2% cada año, cuando tenemos un potencial de 4%, asegura el directivo.

Tras 20 años de crecer a ese nivel, es una gran diferencia, apunta.

De visita por México con motivo de la presentación de su libro, y a unos días de dejar su trabajo en el BID, el ex funcionario hace una introspección: “Imagínese si los ingresos [de los trabajadores] hubieran subido 2% cada año, ahorita tendríamos un ingreso 50% más alto”.

Levy confiesa que es un tema que le preocupa mucho, le apasiona y a la vez le entristece, por el hecho de que el país no pueda crecer rápidamente, que no se puedan subir más los salarios reales de las personas a pesar de la educación que han tenido y el esfuerzo que hacen.

“Eso me motivó a tratar de alguna manera a poner mis ideas en un libro y someterlas al debate y a la discusión”, dice.

Bajo el título: Esfuerzos mal recompensados: la elusiva búsqueda de la prosperidad en México, dice es una investigación propia que no representa la opinión del BID.

No pretende que este trabajo, que le llevó cinco años, sea tomado en cuenta en el Plan Nacional de Desarrollo (PND), pero su deseo es que estas ideas puedan permear en la discusión pública, y que si hay coincidencias, puedan reflejarse en las políticas públicas.

Tema viejo, pero actual

Hace ver que desde hace años prevalece entre los economistas, y en general en la sociedad, la preocupación del por qué México no crece lo suficientemente rápido.

“No es un tema nuevo, probablemente es la pregunta más importante que todos tenemos en materia de política económica y política social, por qué no se crean buenos empleos, no crecemos más rápido”, esgrime.

El tema es de gran actualidad que tiene mucho en la agenda.

Propone cambiar el artículo 123 porque sería deseable extender los derechos a todos los trabajadores y no sólo a los asalariados.

Asegura que sí se puede, pues hay países que dieron el salto.

Al preguntarle si le gustaría que su propuesta plasmada en el libro pudiera formar parte del PND del nuevo gobierno, dice que no puede hablar a nombre de la próxima administración, pero desea que sirvan para el debate público.

Tampoco contesta si ya lo buscaron o se reunió con el equipo del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, sólo se limita a mencionar los lugares en donde presentó su libro.

Considera que de alguna forma en esta investigación tuvo oportunidad de hacer una autocrítica sobre lo que se descuidó de ciertos aspectos que resultaron más importantes de lo que se pensaba.

Esta autocrítica, ¿cree que le pueda servir a los actuales funcionarios, que reflexionen que pueden hacer las cosas mejor?

—Ojalá que lo hagan mejor que nosotros.

¿Cómo lo ve usted?

—El gobierno todavía no empieza, entonces no puedo opinar al respecto, creo que hay un grupo de gente sumamente competente; Gerardo Esquivel es una de ellas, el doctor Urzúa también lo es; ojalá que las cosas sean mejor que en el pasado.

Sólo Santiago

Santiago Levy reconoce que durante los cinco años que le tomó la investigación que presentó en su libro contó con el apoyo del personal del Inegi, cuya información de los censos fue su principal insumo.

Dani Rodrik, el economista turco autor de “Las paradojas de la globalización”, escribió la introducción del libro de más de 300 páginas, en el cual compara a Levy con John Maynard Keynes y William Vickrey.

En la parte de los agradecimientos menciona al profesor del CIDE, Fausto Hernández; a Manuel Ramos Francia, quien es subgobernador del Banco de México, y a Miguel Székely, un economista experto en temas de pobreza que fue subsecretario de Educación Media Superior. Tuvo como investigador asistente a Oscar Fentanes, un egresado del CIDE.

Durante una semana, Levy presentó su libro en diferentes foros y universidades. Estuvo en el Colegio de México, la Universidad Iberoamericana, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y en organizaciones de la sociedad civil.

En todos esos lugares, aplicó las reglas básicas de un divulgador de la ciencia. Mostró cuadros y gráficas en secuencias de lo que llamó la foto y luego la película completa, que según confesó son muy apreciadas por gente “como yo, que soy medio nerd”.

Al público que le hizo preguntas, le pedía que se dirigieran a él simplemente como “Santiago” y no le dijeran “doctor Levy”. Amablemente se tomó selfies con jóvenes y saludó a viejos amigos y colegas funcionarios como Jaime Serra Puche.

— ¿Se siente satisfecho con el trabajo que ha desempeñado como funcionario y en el BID?

—Yo ya voy a dejar mi trabajo en el banco (BID) porque concluye mi contrato, voy a seguir trabajando sobre los mismos temas porque me importa lo que pasa en México y quiero seguir aportando a la discusión pública sobre todos estos temas.

— ¿De qué manera lo va a hacer?

—No sé, me voy a tomar unas vacaciones y después lo voy a pensar con cuidado.

— ¿Se va a quedar a vivir en Estados Unidos (Washington D.C.)?

—Por lo pronto sí por razones familiares; sin embargo, eso no impide que siga trabajando sobre México, pueda participar o aportar y seguir en la discusión de política pública.

— ¿En la academia, en alguna universidad?

—Tengo que buscar empleo.

— ¿Usted ha sido una persona feliz?

—No sé qué contestarle, pero… no es parte del libro, pero sí, afortunadamente sí.

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