Agosto 14, 2024
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SE AMPLIA LA BRECHA ENTRE LOS QUE ADQUIEREN CONOCIMIENTOS

México es un país de asimetrías, la preocupación siempre se ha centrado en la desigualdad entre ricos y pobres; sin embargo, hay una brecha que a raíz de la pandemia de Covid-19 se está ampliando cada vez más, es aquella que se refiere a los que tienen acceso a una preparación de calidad y se apropian del conocimiento o aprendizajes significativos y los que sólo reciben “información”, pero no se les forma para la vida ni para la toma de decisiones.

Esta semana, se reanudan los Consejos Técnicos Escolares para preescolar, primaria y secundaria, como cada año los docentes estarán sometidos a una carga burocrática que no siempre se traduce en capacitación que les permita elevar la calidad de la enseñanza y estar a la altura de los desafíos que les impone el contexto actual.

La instrucción es crear un Programa Escolar de Mejora Continua, donde cada colectivo docente debe organizar acciones que ayuden a dar mejores resultados, pero al igual que los políticos, se dice qué, pero no cómo ni con qué, porque todo dependerá de lo que los propios profesores visualicen y planeen.

El problema es que en este nuestro México se está incrementando la brecha entre los que saben y los que únicamente reciben una acumulación de actividades y tareas que no les permite apropiarse del conocimiento y, por ende, en pocos días quedará en el olvido.

A una semana que comience el ciclo escolar, el sistema educativo y, en particular, los profesores, tienen ante sí el reto de no repetir las formas que están más que probadas no dieron resultado en el año de pandemia. Ese desafío no es fácil cuando las circunstancias económicas de muchos menores no están a su favor. Algo se tiene que hacer porque el derecho a una educación de calidad se está volviendo el privilegio de unos cuantos.

Por más que se diga que no queremos privatizar la educación, es una realidad que quien tuvo para pagar una escuela privada, contó con el seguimiento de los padres de familia o de un tutor, logró un mejor rendimiento que aquellos que no tenían internet, que no tuvieron asesorías ni nadie que les diera un acompañamiento en el proceso de enseñanza aprendizaje. Mucho menos para los que se desentendieron de la escuela por ayudar en las labores del hogar o en la economía familiar.

El problema es que ese privilegio que tienen unos cuantos, hace que un sector de la población sea de “élite” y otros se queden rezagados. Lamentablemente, los menos favorecidos en lo económico y social, con lo cual contribuimos a que sigan siendo los marginados y no cerramos el círculo de pobreza, los condenamos a seguir en las mismas condiciones.

Hoy más que nunca, debemos fortalecer y creer en la escuela pública, pero de calidad, no la que simula o está abandonada, porque sólo a través de ésta quienes no fueron afortunados de nacer en una “familia bien”, podrán acceder a una mejor calidad de vida, lo cual implica un esfuerzo mayor de los docentes para lograr aprendizajes situados y no sólo la mera transmisión de información.

La cuestión es que esa baja en la calidad de la enseñanza, trasciende los niveles superiores y después resulta un problema para incorporarse al sector productivo. México tiene un serio problema en ese aspecto. De las universidades o escuelas técnicas egresan jóvenes sin las competencias suficientes para desarrollarse con éxito en el mercado laboral o bien sin el perfil idóneo para acceder a un empleo de calidad bien remunerado.

Los patrones se quejan porque la mayoría de los jóvenes son formados con esquemas y conocimientos de hace veinte años y no saben cómo funciona en la práctica la carrera que eligieron, lo mismo pasa con egresados de la universidad estatal, como con aquellos que provienen de tecnológicos o escuelas técnicas incorporadas. Existen honrosas excepciones, sin embargo, el común denominador es que no hay una auténtica formación por competencias.