IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad De México
Envuelta en neblina y una penumbra que dibujaba su silueta, con violines llevando los acordes principales, Sarah Brightman llegó, alzó los brazos y conquistó.
La soprano inglesa había pedido que las pantallas centrales, que tradicionalmente aumentan las imágenes para el público lejano, permanecieran apagadas, argumentando que así se disfrutaría el espectáculo como había sido pensado.
Sólo de esa manera podía observarse el cambio constante de luces de la parte superior y trasera del escenario que seguían la figura de la artista británica.
Apareció con rayos celestes al interpretar en español “Hijo de la luna”, tema popularizado por Mecano, pero con violetas en “Anytime, anywhere”.
“¡Buenas noches señoras y señores!”, dio la bienvenida inicial a los asistentes el sábado a la Arena Ciudad de México.
Constantemente la intérprete extendía los brazos hacia abajo, con las palmas apuntando ligeramente arriba y era ovacionada por el público que, desde dos horas antes del show, iba arribando al inmueble.
Bastaba con que caminara unos metros hacia el frente mostrando su vestido, a veces portando un dorado, blanco o negro, para que los aplausos siguieran.
Contrario a lo que ha pasado con otras presentaciones, pocos asistentes portaban playeras o sudaderas con el nombre de la anfitriona.
“Who wants to live forever”, de Queen, fue de las más aplaudidas; “Miracle” dio motivos para escuchar a los violines y “Figlio perduto” permitió que los coristas bambolearan su cuerpo de un lado a otro, siguiendo el ritmo de la música.
La noche comenzó con el intro “Ghotica” y la canción “Fleur du mal”, dejando que sólo pasaran unos minutos para que Sarah cantara a dúo “Carpe diem” al lado de Vincent, al que dejaría solo para “Ameno”.
“Better is one day”, “Pie Jesu”, “Caruso” y “Time to say good bye” formaron parte del repertorio que se extendió por un par de horas.
– 17 mil personas asistieron al concierto de la artista británica la noche del sábado a la Arena Ciudad de México.
