Diciembre 23, 2024
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Los médicos residentes y su lucha personal

IMPULSO/ Gonzalo Vaca

Quien dude que México está viviendo una vuelta al pasado, basta con hacer un poco de memoria en la historia de este país y regresar a 1964, cuando por falta de pagos los médicos residentes de los hospitales públicos se organizaron y dieron origen a la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos (AMMRI). Aquel movimiento fue el preludio que desembocara en la matanza estudiantil del México 68.

El movimiento médico comenzó en noviembre de 1964, cuando los residentes e internos del hospital 20 de noviembre del ISSSTE reclamaron el pago de aguinaldos atrasados y 206 de ellos fueron despedidos.

Es precisamente en respuesta a esos despidos que se origina la AMMRI y comienza a organizarse para coordinar paros escalonados que para el día 26 de ese mes ya incluía a 40 hospitales del ISSSTE, Seguro Social y Ferrocarriles.

El 10 de diciembre de ese mismo año, el recién entrado en funciones como Presidente, Gustavo Díaz Ordaz, prometió estudiar las peticiones de aumento de sueldos y participación en la elaboración de planes de estudios, con lo que cinco día después (15 de diciembre) se levantó el paro, estableciéndose una tregua que únicamente sirvió para que el gobierno ganara tiempo, pero no soluciones.

Tres meses después, ante la apatía de las autoridades de Salud, estalla otro paro a partir del 19 de abril; los médicos realizaron una manifestación el 20 de abril que fue atacada por grupos de choque de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE). Se radicaliza la base sindical y los médicos -residentes y titulados- deciden irse a un paro indefinido. La respuesta fue la represión por parte del gobierno de Díaz. Secuestros, persecuciones, amenazas, golpes y demás injurias fueron las repuestas del Estado.

Ahora, 55 años después, y con las mismas demandas: pago de salarios y otras prestaciones a las que por Ley tienen derecho, los médicos residentes se enfrentan nuevamente ante el poder en la búsqueda de exigir solamente lo que en derecho les corresponde. No piden aumentos salariales, ni tampoco mejores condiciones laborales, que sería igualmente muy justo. Piden simplemente que les paguen lo que se les debe.

¿Cuánto se les debe? ¿Cuánto gana un médico residente? Son preguntas que muchos nos hacemos y pensamos que dada la alta especialidad de su profesión y, sobre todo, de la gran responsabilidad que tienen en sus manos: la vida de un semejante, debe ganar muy bien. Nada más alejado que la realidad.

Según el tabulador del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud y el documento: Comisión IMSS-SNTSS para la revisión contractual 2017 del Contrato Colectivo de Trabajo, con vigencia para el bienio 2017 – 2019, los médicos residentes obtienen un sueldo que va de los 2 mil 100 pesos a los 2 mil 700 pesos mensuales. Algunos tienen becas de entre 2 mil 600 y 3 mil 300 pesos mensuales.

El sueldo que reciben los médicos residentes en México es apenas el 50 por ciento del salario mínimo promedio que recibe un obrero. ¡Tantita vergüenza, por favor!

Y siendo un ínfimo, pago la autoridad gubernamental llámese Hacienda, Salud, IMSS u la que sea se dignan a dar la cara y explicar la razón por la cual desde diciembre del 2018, los pagos a los jóvenes residentes de medicina no se les hace con regularidad.

En el seno de la nueva Asamblea Nacional de Médicos Residentes (ANMR) ya se ha convocado a sus integrantes, de al menos 68 hospitales del país, para manifestar su inconformidad por la falta de pagos y sobre todo por el poco compromiso del gobierno de la 4ta.

De no ser atendidas sus demandas, están dispuestos a parar en 24 estados de la República; hoy mismo, en los hospitales generales y de especialidades de la Ciudad de México comienzan a cancelar citas con especialistas y a recalendarizar a los enfermos, como si la enfermedad supiera de plazos, paros, huelgas o de indecencias de las autoridades.

Ofende que el gobierno de López Obrador ni siquiera se atreva a realizar una mención al respecto y se limite a decir que el mal de todos los males es la corrupción y por ende cancela pagos a los médicos, sin que ellos tengan algo que ver en este cochinero; el gobierno del autoritarismo ya decretó el recorte de al menos el 30 por ciento del personal de Salud entre aquellos de contrato y confianza y va por más: se dedicaron a robar, a saquear y le dieron la espalda al pueblo, es su cantaleta de justificación.

Pretextos “quiere el diablo para llevarse al enfermo” reza el refrán popular y sí, con puros pretextos gobiernan los incorruptibles, pero ¿acaso no es corrupción detener los pagos y salarios a quienes ya lo trabajaron y ya se lo ganaron?

Venga la Honestidad Valiente y paguen a los médicos lo que se les debe, que de por sí es un sueldo miserable y ni aún así se los pagan.

Solidaridad con quienes exigen sus derechos y deciden hacer valerlos; no vaya siendo que en las próximas horas, los del totalitarismo decidan sustituir a los médicos revoltosos por médicos militares y regresar el péndulo de la historia a 1964, cuando la insensatez de un hombre dio inicio a la barbarie en las calles de la Ciudad de México, a punta de metralla.

Son jóvenes y son médicos. En ellos está el futuro de muchos mexicanos; tratemos de entender sus causas y sus justas demandas. El secretario Alcocer debe dar la cara y dejar de esconderse detrás de los trapos de la Hacienda Pública. Si tiene dignidad que la manifieste, si tiene capacidad que la demuestre y si es verdad que le interesa sacar adelante al sector salud, abandonado por décadas.

Hoy es el mejor momento para manifestar que la transformación de las condiciones de unidades hospitalarias va en serio, tanto en equipamiento, como en insumos y personal, carencias históricas que no han podido ser subsanadas.

Esta es una oportunidad inmejorable para hacerse notar ante los mexicanos que menos tienen, quienes dejan la vida en los hospitales públicos; ahí, todos los días salvan o pierden la vida. Apremia la inversión, sí, pero es más urgente la sensibilidad y la solidaridad del gremio que cada día y cada noche ve cómo esos médicos residentes se debaten entre el hambre y el sueño en una lucha personal contra la muerte.