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Revocación es democratización

IMPULSO/ Martí Batres
La revocación de mandato es una de las llamadas nuevas formas de participación ciudadana, junto con el referéndum, el plebiscito y la iniciativa ciudadana. Estas formas de participación ciudadana están presentes en países europeos y en países latinoamericanos. Han sido impulsadas por las fuerzas democráticas y liberales más avanzadas.
En México, la revocación de mandato ha sido exigida por organizaciones políticas de diverso signo ideológico. No es una propuesta que haya inventado Morena o el Presidente de la República. Es un planteamiento que recorre el mundo entero y ha llegado a México fundamentalmente a través de las llamadas organizaciones de la sociedad civil.
Dicha propuesta adquirió mucha fuerza en los sexenios pasados en virtud del rechazo que suscitaron gobiernos anteriores entre la ciudadanía. Se decía entonces que si existiera la revocación de mandato no tendríamos que cargar con un mal gobernante durante toda una administración. En consecuencia, el actual gobierno lo que hace es convertir en una propuesta formal lo que ha sido discurso político durante muchos años. Es extraño que sea la oposición actual en México la que se oponga a la revocación de mandato, cuando son precisamente las oposiciones las que exigen que exista esta figura, pues a través de la misma es que puede presionarse a un gobernante a cumplir o a retirarse.
Se dice que la revocación de mandato significaría una suerte de reelección. Esto es absurdo. La reelección abre la posibilidad de que el periodo de un mandato se alargue; en cambio, la revocación abre la posibilidad de que el tiempo de un mandato se acorte. Los efectos de la reelección y la revocación de mandato son exactamente inversos.
Se dice también que con la revocación de mandato el actual Presidente de la República saldría fortalecido. Eso es muy probable, pero no debería verse negativamente, porque si un gobernante pasa la prueba de la revocación de mandato, es que en efecto está haciendo bien su trabajo.
También se afirma que la revocación de mandato no debe realizarse el día de la elección constitucional. Aquí hay una contradicción en el discurso de la oposición, pues es precisamente el día de la elección constitucional el que ha sido elegido en el artículo 35 de la Constitución por el Constituyente Permanente para realizar todo tipo de consultas a la ciudadanía. Es lógico que sea así, porque es el día que hay más participación ciudadana.
De aprobarse, la revocación de mandato quedará para este gobierno y para los que siguen también; servirá como un instrumento para presionar al gobernante a ser mejor y estará al servicio de la ciudadanía para quitar a malos gobernantes. En otras palabras: la revocación de mandato, en efecto, permitirá fortalecer a los buenos gobernantes y quitar a los malos gobernantes.
El principio de la revocación de mandato está en constituciones locales de estados como Baja California, Guerrero, Morelos, Oaxaca, Sinaloa y Zacatecas.
En Suiza desde su fundación como país, en 1848, los ciudadanos tienen este derecho en órganos legislativos y ejecutivos en cantones o entidades subnacionales. En Estados Unidos, la posibilidad de aplicar la revocación existe desde 1903 en algunos estados, condados y ciudades. Argentina es el país de Latinoamérica donde la posibilidad de revocar gobernantes tiene más tiempo, desde 1933 existe en algunas provincias de este país. A finales del siglo pasado y principios del actual, la revocación de mandato se fue integrando en países como Colombia, Perú, Bolivia y otros.
La revocación de mandato sería muy útil en la batalla actual por acabar con la corrupción y tener mejores gobernantes en México.