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Revisitan Camino Real de Tierra Adentro, la más destacada ruta difusora de arte y pensamiento en la época virreinal

Durante el siglo XVI, las migraciones en pos de la plata llevaron al norte los modos de vida y la cultura de españoles, tlaxcaltecas, tenochcas y tarascos, entre otros pueblos

IMPULSO/Redacción

Camino Real de la Tierra, una antigua ruta celebró, este 1 de agosto, 10 años de su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

La historia de la colosal vía terrestre, la cual estuvo en uso por más 300 años, tiene un origen mítico, vinculado con las más tempranas exploraciones de la entonces llamada ‘frontera chichimeca’.

Los historiadores Violeta Tavizón, directora del Museo Regional de Historia de Aguascalientes, y Evaristo Robles, curador del Museo de Guadalupe, Zacatecas, señalaron que tras la conquista del centro de México, los españoles, en cuyo imaginario estaban las dos míticas ciudades de oro, Cíbola y Quivira, comenzaron a organizar exploraciones hacia el norte.

Los consecuentes descubrimientos de vetas mineras dieron pie a la fundación de villas cada vez más septentrionales: Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas y Parral.

Esas primeras expediciones, señaló Violeta Tavizón, implicaron también las más grandes migraciones del siglo XVI, cuando más de 400 familias tlaxcaltecas, además de tenochcas y tarascos, partieron junto con los españoles.

Un historiador dijo que ejemplo de cómo el arte religioso se expandió por medio del Camino Real de Tierra Adentro, fue el Niño de Plateros, una advocación de gran importancia para los mineros, que hoy conserva un nicho en la Catedral de Santa Fe, Nuevo México.

El arte y la minería también tuvieron otras formas de unión, apuntaron ambos investigadores, pues a menudo los empresarios mineros españoles, franceses, ingleses y alemanes —ya en la época de consolidación del camino en los siglos XVII y XVIII— se convertían en mecenas de los templos ubicados en sus comunidades o haciendas.

De esta manera, los más grandes pintores de la época: Cristóbal de Villalpando, Juan Correa, Antonio de Torres y Miguel Cabrera fueron contratados para que, desde sus estudios en la capital novohispana, produjeran lienzos de amplios formatos —un ejemplo son las pinturas de la Escalera Regia del Museo de Guadalupe, con 7.5 metros de altura— que eran enrollados y enviados mediante caravanas por la ruta del Camino Real.

Violeta Tavizón añadió que otra manifestación artística que ha llegado hasta nuestros días está en la Ex Hacienda de Pabellón de Hidalgo, hoy sede del Museo de la Insurgencia, en Aguascalientes, cuyo templo anexo, consagrado a San Blas, preserva el último retablo dorado estofado del barroco en aquella entidad.

Ya en la segunda mitad del siglo, el golpe final provino de la Revolución Industrial, pues la llegada del ferrocarril representó no solo una forma más rápida y eficiente de transportar las mercancías.

 La vitalidad presente y futura del camino, radica justamente en su valor patrimonial e histórico. Camino Real  se mantiene como difusor de ideas y de pensamientos.