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IMPULSO/ Roberto Rock L.
Los enigmas de Josefina
“No puedo obligar a Josefina a buscar el Estado de México…”, expresó el entonces presidente Felipe Calderón, en alusión a quien se desempeñaba como coordinadora del PAN en la Cámara de Diputados y exhibía ya la ambición de competir no por una gubernatura sino por la Presidencia de la República.Según testimonios directos, Calderón manifestó su definición sobre Josefina Vázquez Mota en al menos dos ocasiones, durante encuentros privados en Los Pinos con dirigentes de su partido.
En la segunda de esas oportunidades, guardó silencio mientras Gustavo Madero, líder nacional del blanquiazul, urgió a la propia Josefina para enfrentarse a Eruviel Ávila por el relevo de Enrique Peña Nieto en la entidad mexiquense. La panista escurrió el bulto. Tras verla partir, Calderón dijo: “No le podemos pedir más de lo que ya ha hecho”.
Porque entre Calderón y Josefina se había tejido una historia propia. Ello incluye el distanciamiento de ésta con Vicente Fox, el hombre que la catapultó de ser una conferencista en temas de superación personal a convertirse en la primera mujer secretaria de Desarrollo Social, cargo que dejó en enero de 2006 para sumarse a la causa del michoacano.
En junio de ese mismo año, a unas semanas de las elecciones, Calderón sufrió una crisis tras el debate en donde Andrés Manuel López Obrador exhibió presuntos contratos turbios de su cuñado Diego Zavala con el gobierno. Durante varios angustiantes días, la campaña panista se dislocó. Las televisoras les cancelaron el crédito, y Josefina viajó de urgencia a Monterrey para pedir aportaciones emergentes a los magnates empresariales, notablemente a su amigo y mecenas personal, Roberto González Barrera.
Calderón correspondió a Vázquez Mota con otro puesto debutante para una mujer: la Secretaría de Educación Pública, donde Josefina fue acorralada por una aliada incómoda del calderonismo, la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo. “Josefina piensa que hacer política es abrir los brazos y gritarme en público ‘¡maestra!’”, refería en esa época, entre carcajadas, la dirigente.
Su salud se quebrantó. Fue removida de la SEP en abril de 2009, durante una ceremonia en la que, como le había ocurrido en otras ocasiones, se mostró mareada, a punto del desmayo.
Pero estaba por venir lo peor. Famosa por ser eficaz, casi encantadora en la relación en corto, se reveló que frente a grandes públicos naufragaba, pese a su antecedente como conferencista. Había sido dos veces diputada, pero plurinominal, sin hacer campaña.
Mañana se cumplirán cinco años de que rindió protesta como aspirante presidencial del PAN para los comicios de 2012. Lo hizo en un estadio semivacío, lo que pronosticó el desastre de una candidata llena de contradicciones. Al final, y luego de encabezar el gobierno dos sexenios seguidos, el PAN con Josefina cayó a un tercer lugar. Sólo obtuvo uno de cada cuatro votos emitidos.
A esta misma mujer le tomó un lustro digerir semejante debacle. Tras meses de dudas y señales ambiguas, ahora decidió buscar la gubernatura del Estado de México. A nadie le queda claro quién la convenció y con qué argumentos. En el primer círculo del dirigente nacional Ricardo Anaya se le acusaba hace tres meses de mercenaria con altas exigencias para participar. Ese mismo grupo la califica ahora como una demócrata insobornable.
Otros enigmas la acompañan. Entre los más notables, cómo logró que la entidad privada que encabeza, “Juntos Podemos”, que trabaja con migrantes mexicanos en Estados Unidos en alianza con dos asociaciones (AEM-USA Foundation y Parents Alliance Inc.), haya recibido apoyos por más de mil millones de pesos, en tres años. La Auditoría Superior de la Federación ya alertó sobre irregularidades en el manejo de fondos en 2015, cuando captó aportaciones federales por 150 millones de pesos, pero la cifra se elevó hasta cerca de 846 millones en 2016.
: Hay un PAN fracturado entre mafias que se disputan los favores y negocios derivados de la cercanía con el poder priísta.Singularmente, todo lo anterior podría acabar semejando una fiesta infantil si se consuman los peores augurios sobre su campaña en el Estado de México, con un ecosistema político envenenado, en donde ella ha decidido competir sin apenas conocerlo.
La ecuación la forman un candidato del oficialismo, Alfredo del Mazo Maza, heredero del clan que ha gobernado la entidad por casi 90 años. Delfina Gómez, abanderada de Morena que no ha dejado de crecer en las encuestas. Juan Zepeda, el muy probable candidato del PRD, con fama pública de estar al servicio del gobierno del estado y una tan dispendiosa como inexplicable precampaña (al menos 900 espectaculares en todo el estado), entre otros alardes.
El panorama se redondeará con varios aspirantes independientes al servicio del PRI. Y un PAN fracturado entre mafias que se disputan los favores y negocios derivados de la cercanía con el poder priísta.
¿Qué será de Vázquez Mota si en esta oportunidad no alcanza el tercer lugar, sino el cuarto? ¿Y qué será de Ricardo Anaya, podrá mantenerse como aspirante a la candidatura panista en 2018?
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