IMPULSO/Roberto Rock L.
Tabasco espera el milagro AMLO
No hay nada aquí que no hable de desolación, parece zona de guerra el trayecto hacia la costa, que hace pocos años era dominado por grandes parques industriales donde se erguían fábricas y bodegas con orgullosas siglas de corporaciones extranjeras ligadas al oro negro del petróleo.
En las afueras de esta ciudad, tras cuatro décadas de bonanza, se halla cerrado el frigorífico y empacadora de Tabasco, del que por muchos años salió la carne en canal que alimentó a la capital del país y otras regiones. La quiebra se extiende a toda la ganadería de la región. Igual están las zonas que florecieron gracias al café, al cacao, a la copra.
La señal de alerta estalló en 2015, ya cuando la economía nacional tenía encima el desplome en los precios del crudo, lo que trajo un terremoto sobre todos los sectores de Tabasco, pero también de Veracruz y de Campeche. Por miles han dejado estas tierras los trabajadores, y mandan decir que nadie vaya a Ciudad del Carmen, otrora emporio petrolero, porque aquello es un pueblo fantasma.
Los hombres del petróleo y sus familias han debido seguir su camino para buscarse la vida en Cancún y en especial en la Riviera Maya, como meseros, cantineros, mucamas, taxistas, albañiles. Los ahuyentó no nada más la pobreza, también el crimen, la inseguridad.
De Tabasco y de Campeche salen nueve de cada 10 barriles del petróleo que le dio a México fama mundial. El primero de ellos encabeza hoy la lista de mayores caídas en los Indicadores Trimestrales del INEGI en materia de crecimiento en todo el país. Al menos 10% negativo. Y cada trimestre, desde mediados del 2015, el panorama empeora.
No hay sector que no reporte pérdidas: la industria, el campo, los servicios. Si alguien aquí vende o alquila algo, debe malbaratarlo. Se cuentan en decenas de miles los puestos de trabajo desaparecidos, por cientos los comercios cerrados, por decenas los hospitales sin medicinas ni equipo, los hoteles vacíos. El lugar en el que se hospedó, durante su visita, el autor de este espacio no ha superado por tercer año consecutivo una ocupación mayor a 30%, la mitad que a inicios de 2015. El gerente dice que en Ciudad del Carmen no se llega al 20%.
Este es el Tabasco (y quizá el Golfo todo) que hoy está en espera de un milagro que tiene en Andrés Manuel López Obrador, nombre y apellido. Y fija en el anuncio de una refinería nueva el proyecto que parece encerrar magia al momento en que se le menciona. Pero nadie acepta que se trata de una iniciativa que puede tomar años en concretarse, ya no digamos en hacer que renazca la economía de la región.
Los tabasqueños se comportan como quien ha hecho ya la tarea y espera ver de inmediato los frutos que ello debe traer emparejado. Esa tarea fue consumada, se asume aquí, al repletar las urnas con votos en favor de Morena.
La primera víctima inmediata de este fenómeno ya está a la vista: Arturo Núñez, el gobernador saliente. Llegó al poder el primer día de 2013 bajo el aura de ser uno de los políticos más sólido de su generación. Pese a una militancia de casi 40 años en el PRI, en 1999 había sido humillado por Roberto Madrazo y Manuel Andrade al aplastar sus aspiraciones a ser candidato a la gubernatura. En 2001 impulsó un movimiento interno, el “José María Pino Suárez”, para democratizar a su partido en el estado, pero en 2005 le repitieron la dosis con Andrés Granier (en prisión desde junio de 2013).
En aquel 2005, Núñez renunció al Institucional y se sumó al PRD, alentado por López Obrador, para ser senador bajo sus siglas y después, por fin, gobernador. Pero su gestión topó pronto con la crisis petrolera y todo empezó a desmoronarse en su entorno. Para rematar su mal fario, protagoniza una confrontación con López Obrador que no ha dejado de ahondarse.
En tiempos de campaña, el ahora presidente electo acusó en la plaza pública a Núñez Jiménez de “traición”, lo que incluye el apoyo del mandatario estatal a la administración Peña Nieto, su respaldo a la reforma energética y, muy probablemente, una rencilla con claves que solo pueden comprender los observadores locales. Como que en el gabinete estatal hayan colaborado personajes con los que el líder morenista acumula rencillas desde los años 80.
Morena arrasó en Tabasco por el “efecto AMLO” y por un agudo hartazgo ciudadano. Conquistó todos los puestos federales. Localmente ganó la gubernatura con Adán Augusto López, la totalidad de las diputaciones de mayoría en el Congreso local. El frente PRD-PAN-MC únicamente obtuvo una de las 17 alcaldías. Desde ese momento, los tabasqueños empezaron a soñar con un milagro. [email protected]