Mtro. Marco A. Rodríguez Blásquez
En mi colaboración anterior, expuse a riesgo de equivocarme lo que podría ser una estrategia de AMLO al estar presentando a los que integrarían su gabinete en caso de obtener el triunfo, enfocando la misma en dos propósitos: uno, posicionar su agenda en los medios de comunicación y, otro, enviar un mensaje de tranquilidad a los diferentes sectores del país a través de los integrantes de su equipo de trabajo quienes suavizan su discurso en la presentación de aquellos temas de trascendencia como la educación, la seguridad, la gobernabilidad, el empleo y la economía entre otros.
La hipótesis anterior se viene a confirmar el día de ayer cuando el abanderado de MORENA externó que está dispuesto a “fumar la pipa de la paz” por el bien de México con el Expresidente Salinas y con el Presidente Peña. Esta propuesta de diálogo encontró inmediata respuesta por parte del Senador del PAN Gil Zuarth, ex secretario particular e incondicional del expresidente Calderón, quien externó la viabilidad de dialogar con AMLO.
¿Qué está sucediendo en el fondo?
La percepción social sobre el tres veces aspirante presidencial se ha ido modificando de un líder beligerante e irrespetuoso con las instituciones públicas a la del político pragmático dispuesto a perdonar a sus adversarios (aquellos que representan la mafia del poder), además de dar cabida en su partido a los disidentes de otras organizaciones políticas que hayan rectificado y estén de acuerdo con su proyecto de nación.
En este punto es importante preguntarse, de obtener el triunfo, ¿cumplirá AMLO con todo aquello que viene pregonando y será capaz como dice de dialogar y aceptar las recomendaciones de expertos, aun sin que sean de su partido, sobre los diferentes temas nacionales e incluirlas en su plan de gobierno, o es únicamente una estrategia para ganar las elecciones y, con el triunfo en la mano, las arrojará al cesto de la basura? Esto lo sabe únicamente él, pero ilustra lo que expresaba Goebbels, ministro de propaganda con Hitler “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirse una y otra vez”. Si la mentira se repite constantemente, acaba por convertirse en verdad.
El precandidato de la coalición “Todos por México”, José Antonio Meade, reaccionó al presentar una iniciativa de ley que pretende desterrar la corrupción, atacando de fondo con esta iniciativa lo que más ha dañado la imagen de las actuales administraciones, la federal y las estatales, donde los principales protagonistas han sido integrantes del gabinete presidencial y gobernadores. La corrupción y la inseguridad, se le han endosado a Meade y constituyen el mayor lastre en su campaña.
Bien reaccionaron sus asesores en modificar un discurso de encono hacia los otros dos precandidatos, a uno en donde promueve la unidad de los mexicanos en la solución de los diferentes problemas que aquejan al país.
Sin embargo, aún continúa la desarticulación de su equipo al interior de su precampaña, al permitir la pugna de los diferentes grupos que participan en ella, mismos que, en lugar de coordinarse, se tiran fuego amigo, como fue el profundo malestar que generó la reciente incorporación de Vanesa Rubio, ex subsecretaria de Hacienda, y de Julio Di Vela, quien asesoró a Josefina Vásquez Mota cuando ésta contendió por la Presidencia de la República. En ambos nombramientos, se observa la mano de la Lic. Juana Pérez, esposa del precandidato.
De no corregirse las discrepancias entre los principales operadores de la precampaña, difícilmente les alcanzará el tiempo para que en la etapa formal de la contienda electoral logren posicionar a su candidato por la coalición “Todos por México”, en un inicio, superando en las preferencias ciudadanas a Ricardo Anaya y de allí aspirar a un empate con el puntero que es AMLO.
Al ser tres candidatos que representan a tres coaliciones de partidos con diferentes ideologías, generará cierto desconcierto entre los electores, ya que, además de elegir presidente de la República, también se elegirán a nueve gobernadores, presidentes municipales, síndicos y regidores. Son 2,400 cargos de elección popular los que estarán en juego, por lo que lo atractivo para los electores lo constituirá la imagen de los candidatos.