IMPULSO/Arlequín
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Varios han sido los regalos que el presidente Enrique Peña Nieto ha dado al hoy mandatario electo Andrés Manuel López Obrador. Varios, pero hay uno que quizá pronto tendrá que usar AMLO.
Primero, Peña Nieto obsequió a López Obrador la selección de un candidato que no tuvo ni Obama.
Le puso en el camino al experimentado político tabasqueño de mil batallas al completamente nuevo, inexperto y no priista José Antonio Meade. No sólo era el candidato ideal para la campaña de don Andrés, sino que el regalito incluía la división del PRI, que garantizaba que si algo pasaba y por algunas de esas cosas caprichosas de la política Meade agarraba vuelo, el partido estaría lo suficientemente partido como para pensar en darle la batalla al candidato de Morena.
De EPN para: AMLO con cariño, así fue el retiro del apoyo del Presidente a su antes buen amigo y eficiente colaborador, el panista Ricardo Anaya, quien en algún momento del sexenio, cuando ayudó a hacer realidad las llamadas reformas estructurales del priista era visto -ante la mala imagen del PRI y una caballería muy flaca en el partido- como un posible candidato ideal que con el apoyo de Los Pinos pudiera impedir el triunfo de López Obrador. Al final, no hubo respaldo y Peña le entregó la elección al hoy Presidente electo envuelta en papel azul y con un gran moño tricolor.
Casi inmediatamente después de la elección, Peña Nieto dio un nuevo y muy bonito presente a López Obrador. Una foto que por años había sido largamente acariciada por el tabasqueño. Su entrada triunfal a Palacio Nacional, así sin problemas, sin conflictos postelectorales, sin denuncias de fraude, sin recuento de voto por voto, y por si fuera poco, acompañado de quien por años fue su adversario y que ahora le enseñaba amablemente los rincones y obras de arte de la que pronto será su humilde morada -que nada tiene que ver con la fifí y ostentosa residencia oficial de Los Pinos-. Nunca antes AMLO estuvo tan cerca de la Silla del Águila que aquel día. Regalazo.
Sí, los anteriores fueron grandes regalos, pero hay uno que AMLO no ha desenvuelto y que quizá le pueda ser de gran utilidad. Se trata de un legado. Nos referimos a la frase “No hay chile que les embone”, atribuida al presidente Peña en referencia a que no hay modo de poder complacer a los críticos sin importar lo que se haga o se deje de hacer.
Hoy López Obrador podría usar el legado de Peña Nieto y aplicarlo en el caso de la consulta ciudadana que realizará para que nosotros los mexicanos, el pueblo pues, decidamos donde queremos que nos construya nuestro nuevo aeropuerto internacional, pues resulta que en efecto, ningún chile les embona a los críticos, e incluso hasta a los aliados, del presidente electo, quienes ahora critican el ejercicio y algunos, de plano, piden que no se haga la consulta y que el nuevo presidente, por sus pistolas, diga que en Texcoco no.
Qué no se quejaban de que el anterior gobierno no preguntó a nadie y decidió hacer un gasto megamillonario para construir el Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, entonces por qué ahora que van a preguntar hay quejas y chillidos -perdone que aquí se le salga un ¡carajo¡ a Arlequín-, pero es que de verdad, nada les embona.
Malo si se pregunta, malo si no se pregunta. Por primera vez viene un gobierno que ganó con millones de votos y pregunta a sus ciudadanos de manera imparcial si quieren gastar su dinero en un aeropuerto carísimo en Texcoco que se benefició solamente a empresarios relacionados con la mafia del poder o uno más austero, pero funcional en Santa Lucía. Y de inmediato vienen las críticas feroces. Qué si el método es el correcto, qué si son muy pocos los que van a votar, qué si es confiable el sistema de recolección de votos, qué si es un tema que ya está decidido para Santa Lucía y que todo es pura simulación. Ya párenle, guarden los machetes.
El riesgo que ahora se corre es que esta obtusa crítica a la democracia de verdad vaya a influir en el ánimo del próximo gobierno y prefiera dar marcha atrás a otras consultas que bien podrían realizarse. Por ejemplo: ¿Quiere usted que el Ejército salga de la lucha contra el crimen? ¿Quiere usted que la maestra Gordillo regrese al SNTE? ¿Quiere usted que el “Tuca” Ferreti se quede al frente de la Selección Nacional? ¿Quiere que el dólar regrese a 11.50 pesos?
Aproveche la oportunidad que la cuarta transformación le está ofreciendo, lo que usted nunca soñó, nada menos que decidir en las cosas importantes del país. Qué no ha entendido que usted manda, que se hará lo que usted quiera, que se trata de un gobierno “a la carta”, un traje a la medida.
El resultado de las conquistas en realidad no importa, lo que cuenta, y cuenta mucho -otra fase cortesía del mismo prolífico autor- es que participe, que gobierne de la mano del nuevo presidente, y por lo que al final resulte, usted ni se preocupe, pues recuerde que “no hay chile que les embone”.
¡Vaya regalazos!