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Recuerdan bazucazo a San Ildefonso; “un día de luto para la UNAM”

IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de Mèxico
Con un bazucazo, el Ejército destruyó la puerta de la Preparatoria 1 de San Ildefonso, la madrugada del 30 de julio de 1968.
Así entró en el conflicto estudiantil con un papel protagónico.
A las 0:50 horas, de acuerdo con los reportes de EL UNIVERSAL de aquella jornada de disturbios iniciados el día anterior, una tropa de fusileros paracaidistas entró al barrio estudiantil, obstruido con barricadas.
A sangre y fuego tomó las preparatorias 1, 2 y 3, y detuvo a unos mil jóvenes.
Hubo 400 heridos que requirieron atención médica, pero no se reconoció muerto alguno.
Este lunes, a 50 años del 68, en su Gaceta UNAM la máxima casa de estudios recuerda aquellos hechos.
“Luis Echeverría, secretario de Gobernación, llama al presidente Gustavo Díaz Ordaz –de gira por Jalisco, con el secretario de la Defensa Nacional, el general Marcelino García Barragán– y le describe el escenario, sosteniendo que el país está al borde del desastre por culpa de los estudiantes”, destaca la crónica.
“Echeverría solicita la intervención del Ejército, argumentando que la policía preventiva del Departamento del DF es impotente para someter a los estudiantes, quienes supuestamente alteran el orden de la ciudad y amenazan con asaltar las armerías del Centro”.
Así, relata la Gaceta UNAM en su edición de este lunes, Díaz Ordaz da luz verde.
“Los soldados salen de sus cuarteles a bordo de jeeps militares y tanques ligeros para tomar escuelas, y en la madrugada irrumpen en las preparatorias 1, 2 y 3. Hay cerca de 400 estudiantes heridos y cientos de detenidos”, continúa.
“Y al mando del general José Hernández Toledo, de un bazucazo destruyen la puerta colonial barroca de la Preparatoria 1 de San Ildefonso, labrada en el siglo XVIII y que había sobrevivido a las guerras de lndependencia, Reforma y Revolución, y donde, cien años antes, el presidente Benito Juárez había inaugurado la Escuela Nacional Preparatoria”.
Además del bazucazo, recuerda la publicación universitaria, la Policía toma otra preparatoria, la 5, así como la Vocacional 5 del Instituto Politécnico Nacional.
“Horas después, en CU, el rector Javier Barros Sierra iza la bandera nacional a media asta por la violación a la autonomía universitaria”, añade la Gaceta de la UNAM.
En un discurso ante la comunidad universitaria, dice:
“Hoy es un día de luto para la Universidad; la autonomía está amenazada gravemente. Quiero expresar que la institución, a través de sus autoridades, maestros y estudiantes, manifiesta profunda pena por lo acontecido. La autonomía no es una idea abstracta; es un ejercicio responsable que debe ser respetable y respetado por todos.
““En el camino a este lugar he escuchado un clamor por la reanudación de clases. No desatenderemos ese clamor y reanudaremos a la mayor brevedad posible las labores.
“Una consideración más: debemos saber dirigir nuestras protestas con inteligencia y energía. ¡Que las protestas tengan lugar en nuestra casa de estudios!
“No cedamos a provocaciones, vengan de afuera o de adentro; entre nosotros hay muchos enmascarados que no respetan, no aman y no aprecian a la autonomía universitaria.
“La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión y la más cara: ¡nuestra autonomía! ¡Viva la UNAM! ¡Viva la autonomía universitaria!”.
La agitación del movimiento estudiantil alcanzó en ese momento un punto dramático, pese a su corta duración, pues empezaba la novena jornada de confrontación.
La UNAM y el IPN eran cuarteles de los inconformes, infiltrados en sus reuniones por agentes del Servicio Secreto, la Dirección Federal de Seguridad y de Inteligencia Militar, como confirman documentos del Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada consultados en el Archivo General de la Nación (AGN).
Durante la noche del 29, la fecha anterior al bazucazo, habían ardido autobuses, en las inmediaciones de las preparatorias, La Ciudadela, la Vocacional 7 de Tlatelolco.
Fue paralizado el transporte público, ya que unos 200 camiones fueron secuestrados y su gasolina se convirtió en producto de cócteles explosivos.
Unos 500 litros del petrolífero fueron encontrados dentro de la Preparatoria 1, según los informes militares, que agregaban: las armerías de Donceles y Justo Sierra habían sido saqueadas.

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