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Recolectores de basura, con miedo al Covid

Agencia SUN/Nezahualcóyotl

 Para seguir trabajando en las calles de Nezahualcóyotl, una de las zonas más afectadas por el coronavirus, acostumbrarse al miedo es casi tan indispensable como utilizar cubrebocas, careta y guantes. Controlar el temor a la infección no es una regla escrita, pero sí está en la mente de quienes se dedican a recolectar basura en este municipio del Estado de México.
Luis Alberto y sus compañeros han cambiado la clásica campana que usan para avisar su llegada y ahora perifonean para pedir a la gente que separe sus residuos orgánicos e inorgánicos de los que podrían estar infectados con Covid-19.
Aunque algunos recolectores utilizan insumos para prevenir contagios, admiten que en su trabajo caminan a ciegas porque hay personas que, en plena fase 3 de la emergencia sanitaria, no creen en la enfermedad.
“Hay gente que todavía ni cree, pero sí existe esto del coronavirus. Hay gente que sí nos dice: ‘No abran esas bolsas porque tenemos probable Covid-19 en la familia’, pero son contadas esas personas, muchas siguen sin creer. Esta semana como 10 vecinos nos han dicho que la basura iba contaminada por un posible caso”, relata Luis Alberto.
Desde las siete de la mañana, con un camión y dos personas más, este trabajador avanza lentamente entre las calles de la localidad mientras los habitantes salen, la mayoría sin cubrebocas o protección, a entregar sus desechos.
Una vez recibida la basura, los recolectores vacían el contenido en la parte trasera del camión, pero cuando la gente les informa de un posible contagio o detectan un cubrebocas, jeringa o material sospechoso prefieren dejar intacta la bolsa, la apartan y la entregan por separado en el basurero Neza-Bordo.
A menos de una semana de que concluya la Jornada Nacional de Sana Distancia contra el Covid-19, esta zona del Estado de México aún se debate entre el encierro y la libertad. Para muchas personas que siguen paseando la vida es la misma, no conocen la diferencia entre normalidad y “nueva normalidad”, y mucho menos saben del temor de quienes deben seguir saliendo para ganarse la vida.
Trabajamos guardando la distancia para no contaminarnos con la enfermedad, seguimos el protocolo con tapabocas, guantes. Quisiéramos dejar esto, pero como es un servicio indispensable para el pueblo estamos trabajando”, comenta Leonardo, otro recolector.

EUM20200527SOC28.JPG CIUDAD DE MÉXICO. Trash/Basura-Coronavirus.- 27 de mayo de 2020. Recolectores de basura se ven expuestos al contagio por los desechos. “No quisiéramos estar aquí, pero es necesario”. Foto: Agencia EL UNIVERSAL/Germán Espinosa/EELG


Muestra cómo en los costados de su camión han adaptado botellones con agua clorada para que él y sus compañeros se limpien y sigan con sus actividades, las cuales no pueden dejar de hacer si quieren mantener a sus familias.
“En mi familia somos seis: mi esposa, mis cuatro hijos y yo. Dos de ellos trabajan y otros dos estudian, pero los dos primeros suspendieron sus actividades, uno laboraba en el cine y el otro por su cuenta”, relata Leonardo.
Tras una jornada de ocho horas, los recolectores se dirigen al basurero Neza-Bordo donde decenas de pepenadores viven una experiencia similar: caminan entre toneladas de desechos que podrían estar infectados y rascan hasta encontrar algo a lo que le puedan sacar ganancia.
En un recorrido en el basurero Neza-Bordo se observó cómo los pepenadores trabajan sin protección y para ellos sólo hay un área restringida: el espacio destinado a recibir los desechos de los hospitales La Perla y Gustavo Baz, que atienden casos de coronavirus, y del panteón municipal.
Gregorio, subdirector de Disposición Final, vigila que nadie entre a este lugar, adonde llegan, en promedio, 800 kilos al día de desechos posiblemente contaminados.
“Recibimos los residuos de vehículos identificados, exclusivos para este tipo de material, y vigilamos que depositen hacia abajo [la basura]. En un momento más viene la máquina, los repliega y en la noche se los lleva la transferencia a un relleno sanitario que está en el municipio de Ixtapaluca, allá le dan todo su tratamiento”, explica Gregorio.
Aunque el trabajador acepta que hay posibilidad de contraer el Covid-19 en sus jornadas, se dice motivado a ayudar al lugar donde nació y eso le motiva a seguir:
“Yo nací aquí, entonces este trabajo me gusta porque es parte de lo que hace la población (…) y también tengo el propósito de ayudar, eso es algo que me da la fortaleza de continuar y también disciplinar mis hábitos alimenticios de estar en las mejores condiciones”.