IMPULSO / Chiapas
: Se trata del Templo Mayor de San Andrés Larráinzar, restaurado por el INAH.
En el corazón de las montañas, bajo una tenue lluvia y entre espesa neblina que se confunde con el humo de la leña y la pólvora quemada de los cohetes, cientos de indígenas tzotziles están de fiesta. Este día, el Templo Mayor, donde se venera a San Andrés, su santo patrono, volvió abrir sus puertas al culto, luego de los graves daños sufridos por los sismos del 7 y del 19 de septiembre de 2017. Dicen que es el corazón de la comunidad.
Con el apoyo del Patronato para la Restauración del Templo Mayor y de las autoridades tradicionales, constitucionales y religiosas, los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) trabajaron durante dos años para devolverle su belleza. Hoy, el director general de la institución, el antropólogo Diego Prieto Hernández, acudió con la representación de la secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero, y se le invistió a la usanza tzotzil para hacer la entrega de los trabajos concluidos.
Diego Prieto se mostró conmovido por la distinción y, tras disculparse por no dirigirse a la audiencia en tzotzil, deseó al pueblo de San Andrés Larráinzar que, ojalá, conserven su lengua para siempre.
El antropólogo dijo que el sismo movió conciencias y por eso México cambió: se requiere acabar con la injusticia, la discriminación, las diferencias entre comunidades; “nos toca a todos restaurar el país. San Andrés tiene una historia importante, no solo en su devenir pasado sino en el reciente, porque aquí se dieron aquellos diálogos de paz donde comprendimos que es necesario platicar para entendernos y para lograr un mejor país, con justicia y dignidad para todos”.