Diciembre 27, 2024
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Racismo

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Arnoldo Kraus

Entre “la sublevación” en 1955 —sublevación es palabra mía— de Rosa Parks (1913-2005), el asesinato de Heather Heyer (1985-2017) y el indulto a Joe Arpaio concedido por Donald Trump (26 de agosto) median 62 años.
Rosa Parks nació en Tuskegee, Alabama, y es considerada una figura crucial del movimiento en defensa de los derechos civiles en Estados Unidos. El inicio de su sublevación parece simple, pero no lo fue: en 1955, mientras viajaba en un autobús, se negó a cederle el asiento a un blanco y moverse a la parte trasera tal y como lo dictaban las reglas.
Los transportes públicos tenían “una frontera”: una línea dividía los asientos, los primeros para los blancos, los traseros para los negros. El conductor del autobús donde viajaba Parks le ordenó a ella y a otras tres personas de raza negra ceder sus asientos a un blanco que recién había subido. Todos, menos Parks, acataron la orden. Debido al incidente, fue encarcelada por perturbar las reglas.
Semanas después del affaire Parks, se inició el “Boicot de autobuses de Montgomery”, protesta social y política contra la segregación racial en el sistema de transporte público. La lucha duró un año: en 1956 la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucionales las leyes que exigían la segregación racial en Montgomery —recomiendo observar en la red fotografías de Parks en el autobús y las de su fichaje en la cárcel, donde sostiene, diría yo, con orgullo, el número 7053—. En 2005, poco después de su fallecimiento, sus restos fueron honrados en la Rotonda del Capitolio, convirtiéndose en la primera mujer y la segunda persona afroamericana en recibir esa distinción. Entre el movimiento iniciado por Parks y el asesinato de Heather Heyer transcurrieron 62 años.
Heather Heyer (32 años) fue asesinada el 12 de agosto de 2017 mientras protestaba contra supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia. Como se sabe, ese día, ultraconservaduristas blancos y manifestantes opositores se enfrentaron debido a la orden de remover la estatua del general Robert E. Lee, símbolo de la esclavitud en el país. Heyer murió arrollada por el automóvil que conducía James Alex Fields, integrante del grupo ultranacionalista; junto con Heyer, 19 personas fueron heridas. Heyer era asistente legal y activista. De acuerdo a Susan Bro, madre de Heather, su hija había ido a protestar contra la marcha supremacista porque “quería ponerle fin a la injusticia”.

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