Noviembre 18, 2024
Clima
3°c Máxima
3°c Mínima

Proyecto Templo Mayor redescubrió a los mexicas

IMPULSO/Edición WEP
Ciudad de México

La reaparición de la diosa lunar Coyolxauhqui en 1978 motivó la resurrección del Templo Mayor, desde entonces, los arqueólogos, antropólogos, historiadores y conservadores han revelado lo que dio prestigio a la civilización mexica.

El Proyecto Templo Mayor (PTM) del INAH transformó y materializó lo que prácticamente sólo se conocía por crónicas históricas, generó tal expectativa que el museo superó en su primer año la cifra de asistencia del Museo Nacional de Antropología.

Al profesor Eduardo Matos Moctezuma, autor intelectual del PTM, le gusta evocar que, en 30 años de puertas abiertas, ha recibido a cerca de 18 millones 500 mil visitantes y es probable que esta cifra tenga un aumento significativo tras la reciente apertura del nuevo vestíbulo al sitio arqueológico y de la exposición conmemorativa “Revolución y estabilidad”, que integra, como alfa y omega, las cuatro décadas del PTM y el 30 aniversario del museo.

El profesor recapitula lo que representó para la academia, pero también para la memoria colectiva: la creación de un proyecto que arrancó el 20 de marzo de 1978, una vez que las cinco ofrendas en torno a Coyolxauhqui fueron excavadas por un equipo de salvamento arqueológico.

El investigador emérito del INAH siempre elude el crédito del hallazgo del Templo Mayor, eso lo deja a Manuel Gamio, quien ya en 1913, en la esquina de Seminario y Santa Teresa (hoy Seminario y Guatemala) encontró los restos de la esquina sureste del Templo Mayor, así como una de las cabezas de serpiente del extremo sur de la escalinata de Huitzilopochtli.

Por años, ése fue el espacio que podía recorrer el visitante del corazón de la Ciudad de México, escasos metros, comparados con los 12 mil 900 m² que fueron expropiados para explorar el sitio.

El Museo del Templo Mayor es una obra arquitectónica que estuvo a cargo de Pedro Ramírez Vázquez (como lo había sido el Museo Nacional de Antropología) y Jorge Ramírez Campuzano, bajo la investigación de Eduardo Matos y la museografía de Miguel Ángel Fernández.

“El Templo Mayor era el axis mundi para los mexicas y de éste partían los cuatro rumbos del universo, materializados en las calzadas que dividían la ciudad. Estábamos en el corazón del imperio, y eso fijó en mucho nuestro cauce de investigación, nuestra metodología”, explica el arqueólogo.

Nada se dejó al azar, el museo está orientado al poniente, al rumbo por donde desciende el sol, al igual que el Templo Mayor y así como el edificio prehispánico tuvo una mitad dedicada a Tláloc y la otra a Huitzilopochtli, cuatro secciones se destinaron a los aspectos de la deidad de la lluvia y la fertilidad, y las otras cuatro salas a los atributos de la entidad de la guerra. Una vez que se entra, dice Matos, “ya no hay salida, quedas cautivo”.

“Más de mil 200 publicaciones de todo tipo dan una idea de que estamos en producción. Tenemos dos equipos de campo, el Proyecto Templo Mayor y el Programa de Arqueología Urbana, coordinados por Leonardo López Luján y Raúl Barrera Rodríguez, respectivamente, e investigadores que han abordado aspectos muy especializados como la manufactura de objetos de concha y de lítica o los temas rituales vistos desde la osteología.

“De manera que el Museo del Templo Mayor ha destacado como un espacio de divulgación porque es ante todo un centro de investigación”, agrega Matos Moctezuma.

Las excavaciones frente al Templo Mayor para establecer el nuevo acceso a la zona arqueológica dieron lugar a la ubicación de una serie de vestigios impresionantes, el Cuahxicalco, lugar donde se realizaban las exequias de algunos soberanos mexicas, una especie de arriate que sigue conteniendo los restos de un árbol que debió considerarse divino y un piso de lajas con símbolos de la guerra sagrada preceden ahora el recorrido por el sitio.

Luego de atravesar la Plaza Manuel Gamio, el visitante desciende por unas escaleras que le llevan al vestíbulo y, por vez primera, tiene una perspectiva inicial a escala sobre las ruinas del Templo Mayor. Lo cual le parece a Matos “un verdadero acierto”, ya que además se puede observar la placa conmemorativa de la inclusión del Centro Histórico de la Ciudad de México, teniendo como axis mundi el Templo Mayor, ya en la Lista del Patrimonio Mundial. Fuente: Agencia SUN