Mtro. Marco A. Rodríguez Blásquez*
Si en este momento nos basáramos en el imaginario que generan los resultados de las encuestas, la elección ya estaría consignada, pero aún restan 115 días, casi una tercera parte del año, de los que noventa días serán de intensas campañas hasta el día primero de julio. Durante este lapso, un sinnúmero de factores aparecerán en la escena política, con lo que se modificarán las tendencias electorales.
Tan sólo en esta etapa de la precampaña, lo distintivo ha sido la propagación de ataques y descalificaciones a través del uso excesivo y sin regulación de las redes sociales, se ha abusado de la difusión de las “face news”.
Lo que se observa en este tramo de la contienda es la pretensión de los candidatos, el del frente PAN-PRD-MC y el de “Todos por México”, por ubicarse en la segunda posición y de allí ser competitivos con el puntero en las encuestas. Por tal razón, los equipos de campaña de ambos candidatos le han dado en los últimos días un giro a sus respectivas estrategias. Ricardo Anaya confrontando al presidente Peña y José Antonio Meade deslindándose de aquellos priistas que han sido señalados por corrupción.
A veintiún días de dar inicio las campañas políticas y con ellas la sobreexposición de los candidatos, la pregunta sería: ¿con esta estrategia de confrontación entre ambos candidatos, obtendrán rentabilidad electoral o estarán abonando el terreno para el triunfo rotundo de AMLO? Aún es prematuro saber cuál será el resultado de estas estrategias, pero lo que sí es factible, ante el cambio que han tenido las campañas de los candidatos del segundo y tercer lugar, es realizar el siguiente ejercicio prospectivo.
1. No obstante que las imputaciones sobre Ricardo Anaya datan de los últimos meses de 2017, fecha en que el diario El Universal publicó una investigación sobre lavado de dinero, estas acusaciones han tenido mayor trascendencia mediática que jurídica. Sin embargo, en los últimos días, cobran relevancia jurídica las declaraciones de dos testigos que fueron utilizados en la trama fraudulenta, a lo que la PGR está obligada a continuar con pruebas fehacientes que permitan iniciar la integración de la carpeta de investigación. De igual manera, Anaya debería presentarse voluntariamente a declarar.
2. De llegar a un procesamiento judicial y de tener Ricardo Anaya el estatus de indiciado, su nombre desaparecería de la boleta electoral, lo que equivaldría a una derrota por default.
3. La PGR debe actuar con certeza jurídica y no diferir más el esclarecimiento del caso. De no ser así, Anaya sería la víctima y podría surgir la suspicacia de que los candidatos del Frente y Todos por México realizaron este montaje para no permitir el triunfo a AMLO.
4. Pero si logran bajar de la boleta a Anaya y prende el deslinde que ha iniciado Meade en contra de aquellos priistas corruptos, incluyendo excompañeros de gabinete, él podría estar aún en la pelea por la candidatura.
5. Otros factores que influirán en la decisión final es el 40% de los electores que se deciden hasta el día de la elección. Los votos que a los tres candidatos les restaran los independientes y, finalmente, el resultado de los tres debates que se realizarán entre los candidatos.
6. Es prudente analizar también el factor histórico de las tres últimas elecciones presidenciales en las que ha participado AMLO, en las que el resultado final ha sido distinto al que presentan las casas encuestadoras. En el año 2000, Labastida superaba a Fox en febrero y marzo con ocho dígitos y el resultado final fue Fox 38% y Labastida 30%. En el 2006, AMLO superaba a Felipe Calderón por 12 puntos. En la elección de 2012, Peña tenía una ventaja de 14 puntos sobre Josefina Vázquez Mota y 20 puntos sobre AMLO, pero terminó ganando con una ventaja de seis puntos.
* Director de BGC Consultoría Estratégica.
