Diciembre 25, 2024
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Preludio electoral

IMPULSO/
Manuel Bartlett

Solidaridad con nuestros compatriotas que han sufrido pérdidas humanas o materiales.
El modelo económico y político aherrojado por el Tratado de Libre Comercio se ha traducido en tres décadas sin crecimiento ni desarrollo, desempleo, desfinanciamiento de la educación y salud públicas, pobreza galopante y crecimiento obsceno de la riqueza en pocas manos. Operan esta concentración, privatizaciones, desnacionalizaciones, confusión de “lo público” y “lo privado” disfrazada de principio neoliberal, perversión ideológica de “consensos”, “concertaciones”. Todo esto conforma una oligarquía en el más puro sentido aristotélico como forma de gobierno viciosa que sólo procura su propio beneficio. Esta oligarquía engendra su sistema de partidos. El PRI neoliberal, derechizado asociado al PAN desde años atrás, suman al PRD, en un contubernio partidista perfeccionado con el “Pacto por México”, firmado por las cúpulas de los tres partidos. La llamada “transición” democrática” gatopardista transmutó en este sistema de partidos que no integran ni representa los diversos sectores sociales, sino los intereses de su matriz oligárquica, partidocracia repudiada públicamente por la ciudadanía.
El PRI, ajeno a todo principio social, histórico, con su presidente Peña en la más absoluta descalificación popular, sólo sostenido por la estructura de gobierno, su burocracia y los medios de comunicación integrados a la oligarquía, con un dirigente no-priista abriéndose para construir un candidato ajeno, pero vinculado a los intereses oligárquicos. El PAN, otrora partido opositor “formador de ciudadanos”, fracturado por una ambición desnuda de poder entre Calderón y Anaya, el primero obsesionado por reelegirse vía Margarita, apoyado abiertamente por Peña Nieto y, del otro lado, el dirigente panista Anaya, discípulo de Madero, firmante del Pacto. El PRD, surgido de movimientos de izquierdas con su cúpula chuchista cooptada por Calderón cuando los concedió —vía Tribunal Electoral— la dirigencia del partido en pago a su apoyo en la reforma energética calderonista de 2012, defendida entonces públicamente por perredistas, ahora gobernadores promotores de las reformas peñistas. Complementan el sistema partidocrático los “satélites” del PRI: el Verde, foxista en 2000; Nueva Alianza, creación gordillista de apoyo a Calderón, cuya dirigencia magisterial del SNTE fue secuestrada por Peña Nieto so pena de cárcel, comparsa vergonzante del otrora revolucionario; Encuentro Social, creación atribuida a argucias de Osorio Chong. Por otro lado, Movimiento Ciudadano se suma al PAN y PRD, buscando apoyo para impulsar a su alcalde de Guadalajara a la gubernatura. La oligarquía impulsa a su partidocracia para integrar diseños que sirvan a su subsistencia, confundiendo a la opinión pública. Rumbo a 2018 se inventan candidatos disfrazados de “independientes” para eludir descalificaciones por su pertenencia a la partidocracia, o un llamado Frente Ciudadano por México, tan “ciudadano” como la partidocracia y tan “por México” como el Pacto que firmaron contra los mexicanos.
La única alternativa a la oligarquía y la partidocracia es Morena, movimiento social nacional surgido de la comunicación auténtica con las bases populares, construido en torno al liderazgo de López Obrador —dos veces despojado de la Presidencia—, única fuerza genuina contra la corrupción imperante y los privilegios y despojos a la Nación, comprometida a recuperar los valores nacionales, impulsar el crecimiento con desarrollo y políticas sociales eficaces, defensora auténtica de la educación y salud públicas, de ahí que está sólidamente en primer lugar en todos los sondeos. Precisamente por esto, la oligarquía la define como “enemigo” de sus intereses, en brutal persecución antidemocrática: guerra sucia, frentes “opositores” paleros, candidatos sombras, “josefinas”, “zepedas”, “quadris”. Este preludio electoral no es coyuntural ni obra de sabias propuestas aliancistas “ciudadanas”, es el resultado de la compactación de los intereses oligárquicos antinacionales que busca mediante su disciplinada partidocracia, repudiada por la inmensa mayoría de los mexicanos, frenar la regeneración nacional que se avecina.

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