IMPULSO/ Enriqueta Cabrera
Netanyahu en Israel y Trump en Estados Unidos tienen la misma prioridad política: ganar la reeleción. Netanyahu después de presiones y algunos titubeos cedió al poder ejecutivo del presidente estadounidense que presionó para que se prohibiera la visita a Israel de dos representantes electas no blancas de nacionalidad estadounidense, Rasshida Tlaib de origen palestino e Ilhan Omar nacida en Sudán, destacadas opositoras Demócratas en la Cámara Baja, mujeres jóvenes, no blancas y pertenecientes, junto con Alexandria Ocasio-Cortez y Ayanna Pressley, al grupo más radical de centro izquierda, el Squad, opositoras a Trump. El argumento que hizo avanzar la prohibición fue que eran enemigas de Israel. Por primera vez fue negada una visita de congresistas estadounidense a Israel, a pesar de los nexos políticos que unen a ambos países y a pesar de los intereses comunes y la diplomacia con que se trataban. A pesar también de la opinión en contra del embajador de Israel en Estados Unidos.
Destaca la influyente revista The Economist el hecho sin precedente. “Aliados, democracias que creen en la libertad de prensa y que respetan la libertad” no debieran, y nunca han prohibido la visita de congresistas, en ambos países. Netanyahu también sentó el oscuro precedente a pesar de que al principio estuvo reacio para finalmente aceptar y ceder. El 15 de agosto Trump tuiteó que “hubiera mostrado una gran debilidad si Israel admitiera a las Representantes Omar y Talib. Odian a Israel y a todo el pueblo judío, concluyó”. Algunos dudan que esto fortalezca la elección cercana de Netanyahu, otros consideran que la favorecerá.
¿Qué llevó a Netanyahu a asumir esa posición poco antes de las elecciones en Israel? Por un lado la necesidad de aliarse con uno de los polos de la gran división política estadounidense, el que representa el Partido Republicano y la Casa Blanca. Para los dos principales lobbys de Israel en EU (AIPAC y J Street) hay dos elementos que los unen transitoriamente en momentos críticos: uno es la seguridad nacional, otro las elecciones en Estados Unidos. Tener dos visiones políticas distintas les permite trabajar con el partido Republicano y el Demócrata, así como tender puentes cuando es necesario. En las elecciones estadounidenses juega la política y pesa el dinero. El fin último es fortalecer la presencia israelí en Estados Unidos y la alianza estratégica, política, económica y militar entre Israel y EU en Medio Oriente.
Trump busca ganar el voto israelí llamando a los Demócratas antisemitas y contrarios a Israel. En 2016 obtuvo menos uno de cada cuatro votos judío-americanos. La estrategia se repite, n el caso de la frontera sur, utiliza el mismo cliché al responsabilizar a los Demócratas de la inseguridad y la “invasión” de la frontera, los culpa de no apoyar la construcción del Muro que garantizaría la seguridad y de la falta de una nueva reforma migratoria.
La situación puede complicarse para Netanyahu, aunque es cierto que su prioridad no está en las buenas o malas relaciones con EU, que apoya el ala derecha israelí. La repetición de la elección israelí será en un mes y toda política está enfocada a ganarla
La Casa Blanca está en falta, no ha logrado llevar la paz a Medio Oriente como prometió hacerlo. Sin embargo, logró unificar a los dos grupos de lobby en EU en torno a la seguridad de Israel. Por lo general están en lados opuestos, AIPAC, halcones, de línea dura apoya al gobierno de Netanyahu y su partido Likud, y J Street, palomas, que se mantiene al lado opuesto. En torno a la negación de la entrada a Israel de las dos congresistas, AIPAC argumentó que “todos los miembros del Congreso deben ser capaces de visitar y experimentar a nuestro aliado democrático Israel de primera mano”. J Street adoptó una posición más crítica, llamando a la prohibición “peligrosa, inaceptable y equivocada y una afrenta para el Congreso y el pueblo americano”. Lo que llevó a AIPAC a defender la libertad de prensa y los principios democráticos en general y específicamente a las dos mujeres americanas.
Tal vez hubiera sido más manejable una visita corta de las dos mujeres congresistas americanas del Partido Demócrata. Pero la Casa Blanca se involucró. Las elecciones en puerta en Israel y las de Estados Unidos en noviembre de 2020 ya definen agendas políticas.