Octubre 9, 2024
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Praxis Política

IMPULSO/ Francisco Javier Estrada

Joseph Blatter

Leo en el suplemento deportivo de “Milenio”, en La Afición, lo siguiente: “Joseph Blatter, el hombre que controló la FIFA en los últimos 17 años, renunció ayer de manera sorpresiva.

“Este mandato no tiene el apoyo de todo el mundo; es necesaria una reestructuración profunda”, dijo el suizo, quien se va en plena crisis del organismo y ya lo investiga el FBI”, esto no era un asunto de una presidencia municipal, un gobierno estatal o de un problema de algún país de los que tanto se habla sobre el tema de la corrupción. 

Y el asunto no tiene que ver con un empresario o un político de cualquier isla bananera. Aquí es hablar de un ciudadano suizo, de un país que se ha considerado siempre la expresión de la civilización que se comporta de manera incorruptible, una nación cultural y educada, entre los estándares más altos en el planeta. 

No me imagino cómo es que va a poder vivir en las ciudades importantes de Suiza, y andar por las avenidas o sus plazas y jardines  sin que lo señalen ciudadanos de todas las edades: <<mira, ahí va Blatter, el corrupto de la FIFA que nos manchó a todos los suizos con su mal comportamiento>>, me parece estar escuchando este bisbeo, estos rumores, estos chismes con respecto a quien fue durante 17 años el poderoso gobernante de una de las trasnacionales más exitosas del mundo globalizado.

Miles de millones de euros pasando por sus arcas, día a día, semana a semana y año con año. Pues los destinos de más de doscientos países en la práctica del deporte están supervisados, y más aún, autorizados por esta poderosa empresa multinacional. 

El sueño de todo empresario, el sueño de toda religión, el sueño de todo gobernante. Tal era el poder de Joseph, poder que cada vez más era señalado en su mal comportamiento por jugadores, que si habían practicado el futbol por amor, vocación y profesión: Jorge Armando Maradona, el genio argentino que nos ha hecho gozar del arte del futbol soccer en su máxima expresión.

 Los jugadores en el mundo han de estar asombrados de todo lo que las autoridades más cercanas a Blatter hicieron en estos años de cinismo y soberbia. Y todo ello va a ser señalado en el país que admiramos: Suiza, con sus aportaciones en la relojería, en su limpieza urbana y ciudadana, en sus altos niveles de estudio en la ciencia y la tecnología, en su admirable sentimiento de ser un país del progreso y la democracia planificada. Sus cuatro Cantones con diferentes lenguas, han sabido acordar la grandeza de esa patria que tanto queremos y admiramos. 

Es un terremoto mundial. A miles de millones, en su mayoría hombres, pero también mujeres, de quienes habitamos este mundo nos ha tocado y herido, enojado, el tema de la corrupción en el deporte que es más conocido y jugado en el planeta. Toda una banda dedicada a delinquir bajo los ojos de su dirigente principal. 

La renuncia, seguramente venida de la presión que el FBI está haciendo sobre su persona, nos comprueba que su cinismo, el día en que fue reelecto para un quinto periodo, no era más que la máscara de quien no temía, jamás que se pusiera a su organización de rodillas. La organización a la que ningún país se le escapaba, pues sus reglamentos siempre han estado por encima de cualquier Constitución de nación, por más poderosa que fuera. Era, y es el Imperio en toda su expresión.

 

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