Enero 10, 2025
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Praxis política


IMPULSO/ Francisco Javier Estrada

Aquellos tiempos políticos

Estudiando el libro México, hoy, compilado por don Pablo González Casanova y del Dr. Enrique Florescano, me encuentro con expresiones que, venidas de la década de los setenta del siglo pasado, parecen una ilusión que cada día está más lejos de sucederse.

 

Cada párrafo me hace reflexionar sobre qué cosa sucedió con esa visión de izquierda buena, noble y deseosa de hacer otro país. Misma que hoy se encuentra ante un rostro que no se parece en nada a las propuestas de aquella década.

Por ejemplo, en el texto que lleva el número romano I se dice: “El proyecto nacional es hoy inconcebible sin que la clase obrera y sus organizaciones asuman una política de defensa del país, de sus recursos, de su cultura, frente a las presiones de las trasnacionales, el capital monopólico y el imperialismo extranjero, particularmente el de los Estados Unidos, que mira a nuestro territorio y sus riquezas como parte de su zona de “seguridad nacional”, pretendiendo arrogarse con ello derechos por encima de los propios de México”.

Ante el peligro que representa un neonazista como lo es Donald Trump, posible candidato del Partido republicano, partido que con ello tendría por fin su apreciado legado a la historia de Estados Unidos, al llevar a un fascista, nazista y miembro Ku kux Klan al poder.

Donald Trump es un racista que ve en los mexicanos lo que los nazistas en Alemania vieron: acabar con los judíos, en América, la idea de este Hitler revivido es la de acabar con los mexicanos, lo que le sirve para atraer a los más conservadores y racistas americanos, que los hay, los sigue habiendo y son muchos; en tales motivos es que su discurso ideológico, de múltiples variantes y de sesgos oportunistas propios de los que Benito Mussolini y Adolf Hitler hicieron en su momento, el primero para salvar a Italia en la década de los veinte del siglo pasado, y el segundo para salvar a la Alemania ofendida en la década de los treinta. Hoy vemos cómo es que se van conformando tales líderes de la maldad, con la cantaleta que todo lo hace para que USA se salve, y vuelva a ser ‘fuerte’ y ‘grande’ como es su destino manifiesto.

¿Pero el discurso de don Pablo y el Dr. Florescano es hoy posible?… es lo que me hace reflexionar en la introducción a un libro que está lleno de pensadores, académicos y estudiosos, que en su tiempo fueron de los más progresistas, y tenían todavía la idea de que México estaba destinado al socialismo, si es que quería ser una país democrático y justo en el sentido social, es decir, donde la pobreza no estuviera de manera tan grosera, como lo está ahora, y la riqueza fuera lo que es.

En su apartado dos, nos cuentan los compiladores: “El desarrollo económico para un avance en la capacidad de negociación nacional implica una política detallada, coordinada y vigorosa en tres renglones: industria de bienes de capital, producción en gran escala de alimentos y artículos de consumo popular, y política de servicios públicos que replantee las inversiones en transporte, distribución y comercialización de productos, así como la protección del ambiente urbano y rural”.

Pareciera que estamos ante visiones de académicos, que no veían lo que vendría para México. El mundo de la delincuencia, del narcotráfico y la corrupción. Y eso es lo que parece increíble que suceda a un país que en las últimas décadas del siglo pasado no veía venir tales catástrofes, que han dado al traste con decenas de buenos pensamientos para hacer más justo y democrático a este país.

Pareciera, al leer este libro, de múltiples propuestas, en su mayoría con visión, o propuesta precondicional de ser de “izquierda”, pero en décadas que se han venido generando en años, nos deja la triste idea de que hemos sido ingenuos en ver a nuestra patria, como si automáticamente las cosas se fueran a dar. Porque así lo planteó en su momento uno de los mayores ideólogos de la política que ha tenido México, don Vicente Lombardo Toledano, quien auguró que la meta del Socialismo tendría que ser tarde o temprano.

Leyendo este libro, me doy cuenta que dicha meta cada día está más lejana. Muchos de los dichos de este libro golpean la conciencia, por ejemplo: “La clase obrera ha de plantear una moral política como problema de fuerza”.

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