Agosto 15, 2024
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Praxis política

IMPULSO/ Francisco Javier Estrada

Balanza de pagos y teoría

Leyendo el libro del economista originario de Coahuila, México, Humberto Roque Villanueva, me parece que sus apartados nos dejan abierta toda la oportunidad de saber qué cosa sucedió en esos dos años, 1994-1995, mismas que hoy tendemos a olvidar.

Aunque, en este sentido, el pueblo que parece olvidar y no olvida sabe que en ese puente, entre el gobierno de Salinas de Gortari y de Zedillo Ponce de León, hay mucho que significa lo que el país es hoy. Por ejemplo, cito un párrafo que aparece en la página 17 de la publicación de Roque, “Breve Crónica de una crisis”, dice: 

“En la mayor parte de los documentos e informes que analizan los orígenes de la crisis económica de 1994-1995 se destaca el déficit creciente en la cuenta corriente de la balanza de pagos, por ejemplo, de acuerdo a Whitt, analista del Departamento de Investigación del Banco de la Reserva Federal de Atlanta, “como proporción del PIB, el déficit de la cuenta corriente creció de un 2.8 por ciento en 1989 a un porcentaje de más de siete por ciento de 1992 a 1994”.

Un país que gasta mucho, mucho más de lo que es capaz de producir, un país en vías de desarrollo, pues cuánto tiempo hemos leído sobre ello, escuchado este tema: somos un país con los defectos de los Estados Unidos de América, pues el consumismo es parte de nuestra personalidad cultural en el mundo social y económico, pero hemos sido incapaces de nivelar ese deseo de consumir con nuestra capacidad de producción, que ha navegado primero en la riqueza petrolera hasta la diversificación de nuestras importaciones.

Y a ello debemos aunar el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, es decir, con ese otro defecto bien grande que tenemos de gastar en el ejercicio público más de lo que recibimos vía impuestos y exportaciones, mientras hacemos crecer nuestra capacidad de gasto.

El paroxismo llegó al colmo con los gobiernos neopanistas, particularmente con Vicente Fox Quezada, que recibió varias décadas después el sueño dorado del presidente José López Portillo, quien en el año de 1980 expresaba su euforia porque el país, México, debería de estar listo para saber “administrar la riqueza”, que vía las exportaciones del petróleo se planteaba como la panacea de un México con tantos miles de millones de dólares que no le alcanzaría el tiempo para saber gastarlo.

Con Fox Quezada sí que llegó la riqueza de los miles de millones de dólares, y es la fecha que no sabemos en qué quedó tanto dinero que entró por los altos precios del petróleo durante su sexenio. Más de 100 dólares por barril fue el resultado de la política petrolera que llevó a la OPEP a conformar un poderoso bloque, capaz de comprar en Europa y América del Norte propiedades de grandes empresas multinacionales, en todas las áreas de la vida humana. Nosotros, en lugar de avanzar, retrocedimos hasta ese siete por ciento de déficit en la balanza de pagos.

Leo en otra parte del párrafo citado: “Por su parte, Dornbusch y Werner comentaban que el déficit en la cuenta corriente se ha elevado a casi el siete por ciento del PIB, un número muy alto para un país en desarrollo.

Como resultado de este desbalance, la falta de financiamiento se está convirtiendo en un problema real. ”Vivíamos el optimismo galopante del sexenio salinista que, por un lado, nos planteaba a través del Tratado de Libre Comercio entre EE.UU., Canadá y México, un futuro pleno de oportunidades para el país. Por fin íbamos a ser iguales a nuestros poderosos vecinos del Norte. Aplicando una política de gasto que muchas veces —igual que con Fox Quezada— no se sabe dónde queda tanta riqueza.

Pues lleva, en el caso de EE.UU., a tener un déficit en su cuenta corriente de la balanza de pagos, pero debiendo de tener en cuenta, nosotros —país en desarrollo—, que Estados Unidos es una nación de tendencias imperialistas que se puede dar ese lujo.

México ha venido cayendo en ese abismo donde la economía no suelta a quienes han cometido errores en la recaudación y el gasto.

 
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