IMPULSO/ Francisco Javier Estrada
La grave dictadura
No están lejos los tiempos crueles de las dictaduras en América Latina, desde Guatemala hasta el Sur del continente, especialmente Argentina y Chile, hicieron temblar a la humanidad con su sanguinaria manera de ejercer el poder político, particularmente contra las juventudes de los países invadidos por la enajenación destructora.
Y en este siglo, cuando pareciera que los tiempos de la democracia han de imponer sus reglas, con diferencias, ciertamente, que hacen renunciar a vivir en la ‘democracia’ porque, por ejemplo, la desigualdad social y la justicia sigue siendo uno de los hechos que no han podido solucionar los gobiernos de esta región década tras década.
Los ciudadanos de este tiempo no debemos bajar la guardia ante la posibilidad de que de nueva cuenta se presenten hechos de dictadura, pues claro que existen de diversas maneras estas muestras del ejercicio de la violencia.
Imaginemos que en el próximo Gobierno de los Estados Unidos de América se tuviera que aceptar, por el voto equivocado de la mayoría, el hecho inimaginable que de por presidente de ese país al troglodita Donald Trump.
Si ahora que vocifera cada día más y más, contra todo lo que su mente enfermiza ha dado por resultado a uno de los peores exponentes de la política americana: un seguro perteneciente al Ku kux klan, esa enajenación blanca, que ha querido cerrar sus fronteras, cuando, en el caso de los hombres y mujeres venidos de África, pusieron con su vida y sus fuerzas las bases para que este país sea lo que es.
Su poder económico surgió de la esclavitud, y el actual multimillonario, Donald Trump piensa que seguimos metidos a mitad del siglo XIX. Si no ponemos atención el advenimiento de un dictador, en el país más poderoso, cuyo arsenal de armas puede ocasionar una conflagración, como las que prepararon sus mayores adalides para este blanco que tiene el alma más negra que la de un sótano en el tercer nivel de un edificio sin electricidad.
Pero no nos alejemos, pensando que en un año este troglodita de la raza blanca, es decir, de la misma que Adolf Hitler tanto alabara. En este caso, es importante estudiar el caso de Venezuela, donde un dictador en pleno ejercicio, está demostrando que esta enfermedad sigue muy presente en la vida de los países de América.
Las noticias diarias venidas de todas las fuentes periodísticas nos comprueban que Venezuela está viviendo en el infierno: falta de alimentos, que hace ver los estantes de los supermercados en total abandono.
Largas filas esperando conseguir los mínimos de una canasta básica que permita alimentar a los hijos, padres y hermanos con el suficiente consumo que no los ubique en la pobreza o en la pobreza extrema.
Parece que nada queda de la Venezuela que el siglo pasado fue ejemplo de riqueza en todos los sentidos; todo ello, ciertamente, por la venta del petróleo, que ahora con los precios por debajo de los 40 dólares ha puesto a su economía de rodillas.
Muy mal la pasan las familias en Venezuela, y todo por una economía equivocada, que comprueba hasta qué nivel se puede llevar, a través de lenguaje populista, con visos de dictadura pseudosocialista.
La muestra de esta dictadura también está en el rostro de los presos políticos, leo en el periódico “El País”: La situación que viven los presos políticos en Venezuela, como Leopoldo López, Daniel Ceballos y Antonio Ledezma, ha aumentado todavía más el combate entre el gobierno de Nicolás Maduro y los partidos de la oposición. Miles de personas volvieron el pasado sábado a salir a las calles del país para pedir la liberación de los presos, mientras el Ejecutivo se niega siquiera a permitir visitas en las cárceles.
Extrañamente la mayoría de los países del continente se han quedado callados ante esta brutal muestra de soberbia, que piensa, en el gobernante que escucha a pajaritos venirle a asesorar sobre lo que debe hacer con el país.
