IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Desde 1911 no ocurre un sismo de gran magnitud en la Brecha de Guerrero, por lo que se ha considerado durante décadas como un sitio de altas probabilidades para que se genere un terremoto.
Expertos del Centro de Geociencias (CGeo) y del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM explicaron porque no se ha producido nada hasta ahora. De acuerdo a recientes estudios, la capa de gabro (roca ígnea) en la base de la placa Norteamericana es poco permeable y no permite el paso constante de agua.
Entonces, cuando la placa de Cocos entra por debajo de ella libera fluidos que quedan atrapados, lo que genera menor fricción y evita la acumulación de energía.
“La lógica indica que tarde o temprano habrá uno. Hemos hecho estudios y descubrimos que en el pasado hubo vulcanismo por largo tiempo, mucho más que en el resto de la costa del Pacífico”, comentó Luca Ferrari, investigador del CGeo de la UNAM, en Juriquilla, Querétaro.
Una evidencia de que en esta zona se registró una actividad volcánica constante por casi 40 millones de años, fue el hallazgo de rocas de los periodos Cretácico, Paleoceno, Eoceno y Oligoceno.
Rocas impermeables, la posible razón
Los especialistas sugieren que la formación de esta capa de roca entre las placas incrementa la presión de fluidos, pues la capa de gabro en la base de la placa superior (Norteamericana) es poco permeable y no permite el paso constante de agua.
Cuando la placa de Cocos se subduce (entra abajo) a la Norteamericana libera fluidos que quedan atrapados, generando menor fricción, como si se tratara de un lubricante, lo que evita que se acumule la suficiente energía como para que haya un terremoto grande, puntualizó.
Esto, posiblemente, da lugar a los “sismos lentos” (descubiertos a partir del uso del Sistema de Posicionamiento Global): en lugar de moverse las dos placas en decenas de segundos, el desplazamiento dura de uno a seis meses, por lo que casi no se perciben.
En un artículo publicado por la revista Geology, los investigadores describieron los registros magnetotelúricos realizados, donde midieron las corrientes eléctricas de las primeras decenas de kilómetros de la Tierra, lo que permitió ver cuáles zonas eran más conductoras, desde el punto de vista eléctrico, lo cual se asocia a la presencia de fluidos.
“El agua es un conductor de electricidad; una roca seca no conduce, pero si tiene agua lo hace. Lo que vimos en el perfil de la Brecha de Guerrero fue un conductor por debajo de la placa, justo en la interfaz de la de Cocos y la norteamericana, como pensábamos. Es decir, ahí hay fluidos atrapados”, remarcó Ferrari, ganador del Premio Universidad Nacional en el área de investigación en Ciencias Exactas.
Realizaron estudios similares más allá de la Brecha de Guerrero, y no detectaron conductividad entre las placas, lo que implica que las rocas en esas otras regiones no son impermeables; los fluidos sí pasan a la placa superior, lo que genera fricción entre las placas y acumula más energía, que al final puede ser liberada como un gran sismo.
“Esto no implica que no llegará un terremoto a la Ciudad de México, puede venir de Oaxaca, Michoacán o de una zona fuera de la Brecha. Si se generara un sismo similar al de 1985 en la Brecha sería terrible, porque está justo al sur de nuestra urbe”, enfatizó el investigador.