IMPULSO/ Félix Morriña
México
¡Por fin! Mark Farner, la vetusta memoria viviente de Grand Funk Railroad en México
Cuando me decían “ponte algo a todo volumen de Grand Funk Railroad” mi ser empezaba a retorcerse como lombriz en un plato de espagueti blanco. Era tanta la euforia en la que me ponía esta agrupación conocida en el mundo como “La banda americana”, hace todavía dos décadas, que ahora ponerla me da sólo mucho gusto “soft”, una sofisticada prendidez, pero sobretodo, disfruto esa energía que no veo en las bandas actuales.
Era otro tipo de sentir la vida: era meterse hasta la entraña de cada uno de los instrumentos; bailar mucho mejor que Mark Farner en su época de atleta, de conquistador nato de bellas féminas, de una singular voz que incitaba a todo (con todo el kit de drogas sexuales) y un hard rock, que si bien no encabezaba siempre las listas de popularidad a la altura de The Rolling Stones, o cualquiera otra banda rock star, Grand Funk se hacía valer y destacar con creces dentro de su mercado de acción y permanencia. ¡Siempre fueron exitosos y famosos!
De sólo acordarme de las últimas fiestas del baterista y camarada sonorense Carlos “El Puma” Valdés en su antiguo departamento en las inmediaciones de las otrora aburguesadas colonias Condesa y Roma de la CDMX, poniendo a todo lo que da el estéreo de finales del siglo XX, los discos “Closer To Home” (1970), “We’re An American Band” (1973), “All The Girls In The World Beware!!!” (1974) y “Thirty Years Of Funk: 1969-1999” (1999); así como los discos recopilatorios “The Best Of Grand Funk” (1990), “Super Best” (1999) y “Very Best Grand Funk Railroad Album Ever” (2001), me vuelvo a sentir como entonces, es decir, a tono con diversas bebidas etílicas, tomadas con buenas dosis de cannabis para sumergirse en esas narraciones llenas de funk, blues y hard rock que nadie olvida y tararea de manera inconsciente. ¡Wow, wow, wow!
Cómo olvidar la rola “I’m Your Captain” con esas flautas con sonidos de río en plena corriente, fusionados con la hipnótica guitarra del maestro compositor Mark Farner, cuya potente melodiosa y marcada voz nos transporta a lugares insospechados. De igual manera, el baterista Don Brewer y el bajista Mel Schacher, concretan esta singular pieza para cerrar una agotadora velada de época con este memorable power trio.
Recuerdo encabronado la cancelación del concierto, con boleto en mano, del miércoles 28 de noviembre del 2018, en el Pepsi Center del WTC de la CDMX, donde el líder cantante, compositor y guitarrista de lo que fuera Grand Funk Railroad, el maese Mark Frederick Farner (1948), músico persuadido por Oldtimers Entertainment para que ofreciera un concierto con todos los éxitos de la agrupación que se hiciera presente en la memoria colectiva de melómanos roqueros de la década de los años 70 y 80, pero hubo un error garrafal, no se podía usar el nombre de la banda americana.
Pero ahora, por fin, tras arreglos por doquier, llegará Mark Farner el próximo viernes 29 de marzo, a las 20 horas, en el 360 Grados, un bar del mexiquense municipio de Naucalpan. Mark Farner trae un espectáculo de hora y media más encore para un público no mayor a los mil asistentes, porque desea tener un contacto mucho más íntimo, directo con la veterana audiencia (y algunos jóvenes despistados o con una educación prioritaria, especial hacia el rock básico, pero contundente, armónico y rítmico) que se haga presente en el recinto de la exclusiva colonia Nápoles y de uno de los edificios más emblemáticos de México, el WTC.
Más allá de su actual preferencia religiosa, maese Farner se convirtió al cristianismo (¡una maña salvadora más de un rock star en funciones!, al final del día se llama ¡Disciplina!), una vez que ya estaba harto de todas las barrabasadas que un rock star (¡of course again!) comete en la euforia del proceso creativo con excesos, a su edad (¡70 años y berreando como Dios manda!) y desde que decidió un cambio de vía (¡tan válido como cualquier otra medicina o vicio secundario, porque siempre hay otras maneras de sobrellevar la vida y la religión es medicina de alto contraste y mucho riesgo de perderse en ella!), ha logrado contarles cantando un buen trozo de la historia de la humanidad a las nuevas generaciones, desde la óptica de unos gringos buena onda, propositivos, famosos y exitosos (de esos blancos. “red necks”, que ya no hay, ¡verdad Trump!).
Para este “Servibar y Amigo”, “Dandy pero Punk”, que le tocó para bien de su existencia, conocer a Grand Funk Railroad desde jovencito, gracias a mis vecinos ultra mega pachecos (¡los etílicos somos más maquiavélicos, la verdad!) que cuidaron siempre de mí, al grado de que les cuento lo escrito aquí a lo largo de tres décadas, esta bandota de gran nivel fue y será referente para todos los que se la creen, que siguen vivos porque han sabido librar todo lo que en otros les acaba la existencia.
Poner a Grand Funk Railroad a todo volumen en casete pirata en mi reproductor del siglo pasado no tiene madre en pleno 2018, porque eso significa que cuido mis cosas cual reliquias que son. Me siento muy feliz de haber crecido entre lo que las buenas conciencias y poderes económicos equívocos (¡todo lo deben!), llaman perdedores, drogadictos (¿y en casa cómo andamos?), infelices, jodidos, pero no pobres, ni faltos de hambre de conocimiento; hambre por llegar a la cúspide sin haber olvidado quién demonios eres y hacia dónde vas; de saber lo que quieres, pero sobre todo y por encima de lo existente: “¡Sé muy bien lo que no quiero!”.
Imaginen entonces queridos lectores, lo que significa estar la noche del viernes 29 de marzo del 2019 en el 360 Grados de Naucalpan, en lo que tal vez sea (¡no lo creo!), el último concierto de la celebración de mi “Renacimiento 49”, con la voz de “La banda americana” Grand Funk Railroad (no se equivoque amado público, el grupo existe, pero ya sin la voz principal), el señorón Mark Farner.
Hasta el cierre de esta edición, todavía había boletos de todas las secciones. Antes de despedirme de esta entrega, les comparto una serie de links para que sepan de lo que se van a perder en el asilo del rock mundial, pero a veces, neta, prefiero estar ahí que en los siquiátricos juveniles en los que no aprendo nada de ellos. Prefiero prenderme, motivarme, creérmela de nuevo con Mark Farner y vetusta pandilla, para realizar el siguiente proyecto con fama y éxito.
¡Neta, no hay bronca, se vale llorar! ¡Cantemos a Grand Funk Railroad! ¡Salud!
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