IMPULSO/ Agencia SUN
Estados Unidos
El candidato republicano, Donald Trump, sabe que aún tiene oportunidad de ganar el boleto a la Casa Blanca
De acuerdo con el escritor Jackson Katz, una autoridad en el estudio de la mujer y quien ha seguido la campaña electoral desde la perspectiva de género, todavía no hay que descartar a Trump. “Para ganar, Trump necesita obtener más de 70% de los electores blancos hombres. Y eso se ha notado en su campaña”, sostiene el autor de Man Enough? Donald Trump, Hillary Clinton and the Politics of Presidential Masculinity (¿Suficientemente hombre? Donald Trump, Hillary Clinton y la Política de la Masculinidad Presidencial), un libro sobre la carrera presidencial.
Desde el inicio de su campaña, el candidato republicano ha seguido un “guión” dirigido a explotar las profundas actitudes y creencias sexistas arraigadas en la sociedad estadounidense, así como sumar el apoyo de los grupos que siguen estando convencidos de que la mujer es incapaz de servir como comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, señalan expertos.
Esta estrategia, reforzada con insultos a otras minorías, le ha servido para posicionarse como el candidato favorito de los hombres blancos menos calificados y favorecidos, el sector que padece con mayor fuerza los impactos de la deslocalización empresarial, la llegada de migrantes y el crecimiento de la mujer como emprendedora, innovadora y de negocios.
Con sus dichos ofensivos también se ha ganado a los veteranos de guerra, un contingente de 22 millones de votantes en Estados Unidos. Un 49% de veteranos tiene una imagen favorable del magnate, quien eludió el reclutamiento de la guerra de Vietnam y se desdijo sobre la intervención estadounidense en Irak, mientras que 30% simpatiza con Clinton, según un sondeo de Fox News difundido en octubre.
“Trump no formaba parte del aparato de partido, ni tenía una base tradicional de apoyo al no ser un cristiano evangelista, defensor de los intereses empresariales de los republicanos ni un halcón militar”, dice Rosemary Joyce, profesora de antropología de la Universidad Berkeley de California. “El apoyo a su candidatura surgió de los racistas nacionalistas blancos. Luego terminó convirtiéndose en uno de ellos. Cuanto más aplaudían, más antiinmigrante, más antimusulmán y más anti-minorías se convertía”.
Por otro lado, Trump, siempre supo que no ganaría el voto femenino, “por lo que no tuvo otra opción que recurrir a la audiencia blanca”, sostiene la experta en género, equidad y política. “Todos sus insultos hacia la mujer fueron deliberados, su menosprecio es evidente. Trump equipara el liderazgo con tener el mando; para tener el mando se requiere tener fuerza, por eso piensa que las mujeres no pueden ser líderes, ya que en su opinión son más débiles que los hombres”, explica. “Trump es indiferente hacia las mujeres, exceptuando en los casos en que las considera objetos de belleza, jóvenes, y sexualmente deseables”.
Según sondeos, la mayoría de las mujeres tienen la intención de votar por Clinton. Reuters/Ipsos estima que 43% de este segmento está a favor de la candidata demócrata, mientras que 33% apoya a Trump. “Las mujeres que apoyan a Trump admiten que son reprobables sus insultos, pero lo disculpan diciendo que es parte del normal comportamiento del hombre”, sostiene Joyce.
La investigadora cree que Clinton fue muy hábil en no caer en la “guerra de sexo”, entre hombres y mujeres, aunque no pudo evitar que esta campaña terminara siendo una en la que el género fue un elemento fundamental. “Me temo que Trump todavía tiene opción de ganar. El resultado probablemente dependerá, como suele ocurrir en EU, de qué tantos votantes salgan a las urnas a apoyar a Clinton”, dice.