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Pionera del feminismo en México

IMPULSO/Margarita Luna Ramos

El viernes pasado conmemoramos el 93 aniversario del natalicio de Rosario Castellanos, celebración que dio marco al conversatorio Rosario Castellanos, pionera del feminismo en México, al que convocó la Coordinación de Igualdad de Género del CJF, en coordinación con la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de Comitán, Chiapas, y el museo que lleva su nombre.

Tuve el gusto de compartir y escuchar a distinguidas personalidades del arte, la academia y la judicatura: Oscar Bonifaz, Hugo Hiriart, Eduardo Durán Alvarado, Lina Margarita Hall y Carolina Alcalá.

Rosario Castellanos nació el 25 de mayo de 1925 en la hoy CDMX, aunque su infancia y adolescencia transcurrieron en Comitán, de donde eran oriundos sus padres. El amor por esa tierra y por su gente la llevó a decir “yo soy chiapaneca, comiteca y mi nacimiento en el D.F. fue un error geográfico”.

Filósofa, narradora, poetisa, periodista y diplomática, reconocida por muchos como la escritora mexicana más importante del siglo XX y sin duda una de las figuras más representativas del feminismo latinoamericano.

Desde temprana edad su intuición le permitió descubrir el significado de nacer mujer, como nos lo revela en su ensayo Despertar de la Conciencia Feminista: “Yo pertenecía a este tipo de niños que usan prematuramente anteojos, son precoces, aman las palabras y la sinceridad, con un último agravante: era niña. Y tal vez consciente de mi culpabilidad doble, pedía constantemente perdón por mi presencia escondiendo las manos detrás de la espalda y los pies debajo de la silla”.

Rosario no se convirtió al feminismo, ese era su espíritu. Sus vivencias, experiencias, agudeza y penetrante observación alimentaron ese espíritu hasta tornarse en honda convicción, que mantuvo y orientó a lo largo de su vida e impregnó toda su obra, desde su tesis para obtener el grado de maestría en filosofía, Sobre Cultura Femenina, a la que siguieron escritos en los que hace de la mujer y el feminismo su tema central.

Mujer brillante, de excepcional lucidez y claridad para interpretar la realidad, desde los hechos cotidianos hasta la complejidad del México que le tocó vivir. Dibuja las circunstancias de la mujer mexicana con un lenguaje llano, con esa perspicacia e ironía que le caracterizaron.

Uno de los ensayos más ilustrativos de su pensamiento en torno al feminismo es ese emblemático discurso que pronunció con motivo del Día de la Mujer en 1971: La abnegación, una virtud loca, del que transcribo fragmentos: “…El sexo, lo mismo que la raza, no constituye ninguna fatalidad biológica, histórica o social.

Es sólo un conjunto de condiciones, un marco de referencias concretas dentro de las cuales el género humano se esfuerza por alcanzar la plenitud en el desarrollo de sus potencialidades creadoras… Si nos proponemos construir un feminismo auténtico pero, sobre todo, eficaz, tenemos que partir de otros postulados, el primero sería la investigación acuciosa, el conocimiento lo más exacto y puro que pueda alcanzarse del complejo de cualidades y defectos, de carencias y de atributos, de aspiraciones y limitaciones que definen a la mujer…

Cada día una mujer —o muchas mujeres— (¿quién puede saberlo puesto que lo que ocurre, ocurre en el anonimato, en la falta de ostentación, en la modestia?) gana una batalla para la adquisición y conservación de su personalidad. Una batalla que para ser ganada, requiere no solo lucidez, inteligencia, determinación en el carácter, temple moral, sino también de otros expedientes como la astucia y, sobre todo, la constancia.

Una batalla que al ganarse está gestando seres humanos más completos, uniones más felices, familias más armoniosas y una patria integrada por ciudadanos conscientes para quienes la libertad es la única atmósfera respirable y la justicia el suelo en el que arraigan y prosperan, y el amor el vínculo indestructible que los une”.

Ha transcurrido casi medio siglo desde este discurso y su lectura sigue impactando por su vigencia; aún nos sorprende encajar en algunas de las geniales descripciones de Rosario o reconocer en ellas un entorno presente. Mucho hemos avanzado, es cierto; sin embargo, seguimos en el día a día en esa batalla hacia la plena igualdad de la mujer. @margaritablunar