IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Guatemala recordó el pasado 29 de diciembre, 20 años de la firma de un acuerdo de paz que acabó con un conflicto bélico que se prolongó de 1960 a 1996 y dejó unas 200 mil víctimas mortales, pero las muertes masivas por impacto de la inseguridad urbana y rural siguen siendo una constante en la nación que es el principal foco multiétnico de Centroamérica.
Tras siete presidentes desde 1966 y sin importar si, con los documentos rubricados hace dos décadas, quedó realmente pacificada o sólo sin guerra, Guatemala sufre una violencia por la delincuencia organizada transnacional, regional y nacional y por el incontrolable acoso de las maras o pandillas juveniles, con un escenario que disparó la migración irregular a Estados Unidos, vía México.
“Guatemala no supera los problemas que originaron la guerra”, dijo el guatemalteco Nery Rodenas, director ejecutivo de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de esa nación. “Son problemas estructurales que vienen desde la fundación del país, por exclusión social y falta de acceso a vida digna, educación, salud, justicia. Es un país ingobernable”.
“Las cifras tan altas de homicidios reflejan que prolifera una cultura de muerte. Tras 20 años, no tenemos nada que conmemorar. Algo ha cambiado, como la tolerancia política y la falta de enfrentamiento armado, pero las condiciones de pobreza siguen siendo igual o peores”, alertó, al explicar que más de la mitad de los 16 millones de guatemaltecos vive en miseria o miseria extrema. El promedio aproximado de muertos por la guerra entre ejército y guerrillas comunistas en 36 años, un mes y siete días fue de 15.17 diarios, cuando el país fue azotado por el choque comunismo-anticomunismo y la guerra fría entre EU y la hoy extinta Unión Soviética.
Con datos de posguerra, la policía de Guatemala dijo que del 1 de enero de 1997 al 31 de diciembre de 2015 hubo 90 mil 80 homicidios. El Ministerio de Gobernación reportó a este diario que del 1 de enero al 24 de diciembre de 2016 hubo 4 mil 411 homicidios. Con el total de ambas fuentes de 94 mil 491 asesinatos, el promedio diario fue de 12.99 en 19 años, 11 meses y 24 días. Registros del (estatal) Instituto de Ciencias Forenses de Guatemala desde su creación en 2008 mostraron que en ocho años y 11 meses del 1 de enero de 2008 al 30 de noviembre de 2016 hubo 52 mil 813 homicidios, a 16.23 por día, reflejo del asedio de las maras y del crimen organizado.
En un país en el que, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la población subalimentada aumentó de 1.4 millones de personas en 1992 a 2.5 millones en 2016, el gasto militar en los últimos nueve años de guerra sumó 3 mil 396 millones de 1988 a 1996, precisó el Instituto Internacional de Estudios para la Paz, de Suecia. De 1997 a 2015 sumó 4 mil 918 millones de dólares.
El cóctel violencia, pobreza, exclusión social y crisis económica alentó la migración irregular externa con desplazamientos internos en una nación de comunidades indígenas (mayas y xinkas), mestizas, blancas, negras y asiáticas. “Las condiciones que originaron la guerra siguen presentes. Guatemala dista mucho de ser un país democrático”, insistió Rodenas.
El acuerdo de 1996, firmado por el gobierno y la ahora ex guerrillera Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), definió piezas claves del futuro —ejército en democracia, sociedad civil, indígenas, minorías, líos agrarios o derechos humanos, entre otras—, pero la deuda con la paz está pendiente.