IMPULSO/ Bettina Falcón Valerdi
Toluca
Luis Alfonso Guadarrama Rico, investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México, explicó que las ideas sacrificiales envueltas en el vínculo amoroso se deben desmontar, porque desde la perspectiva de género hay que analizar por qué ocurre el trato desigualitario entre hombres y mujeres, precisamente, en nombre del amor.
Guadarrama Rico investiga sobre “El pensamiento amoroso en la pareja, ideas sacrificiales en las mujeres desde el matriarcado y el machismo” asunto que, dijo, atraviesa a toda la cultura de muchos países de gran parte de occidente.
Comentó que se lleva poco tiempo investigando qué es el amor y sus emociones, apenas 300 años, frente a cinco mil años de civilización, por ello, consideró que el conocimiento al respecto, apenas inicia.
En el matrimonio se le carga a las mujeres el sostenimiento del vínculo amoroso, tan es así que cuando se habla de divorcio se dice que fracasó porque la familia conyugal, nuclear, heterosexual, la tenemos sacralizada. Y si fracasa se interpreta que la mujer son supo sostenerla o en su caso se desmonta la desgracia en nombre del amor: “porque no voy a dejar a mis hijas e hijos sin padre”.
Destacó que hay que dejar de hablar de familias disfuncionales, término que se aplica cuando no está el padre, y explicó que este término tiene que ver con el origen de la familia funcional de la década de los cincuenta, creada por un sociólogo norteamericano, en donde funcionaba para la empresa y el capital que el padre estuviera en la fábrica y la madre semianalfabeta en el hogar, criando y cuidando hijos.
La realidad es cada familia tiene su propia estructura, trayectoria, y forma de vida de ahí que hay que dejar de poner en la cúspide la familia conyugal, nuclear, patriarcal y machista, porque además hoy en día cada vez más los dos integrantes de la pareja conyugal están en el empleo, si no, ¿cómo surgió la doble y triple jornada?
Aunado a ello los masculinos deben de trabajar en nuevas masculinidades y en nuevas feminidades desde las escuelas y las familias. Las madres y los padres tienen mucha responsabilidad para desmontar, por ejemplo, la fidelidad, ya que ésta se las encargamos a las mujeres, “porque está muy bien si (el infiel) es el masculino, pero está muy mal si es la mujer”.
