IMPULSO/ Agencia SUN
Guadalajara
Lina tiene un aspecto “fitness”, se tiñe el cabello de rubia, dice que le gusta la nutrición, el deporte y la vida saludable; hace unos días inició un debate en un grupo de Facebook llamado “Patronas Unidas contra el abuso de domésticas”.
Lina se quejaba de que otras integrantes pagan demasiado a las personas que les ayudan en casa.
“Hace unos días pasé el contacto de esta muchacha y prefiero ya no pasar contactos porque en serio que las acostumbran muy mal. Una miembro de aquí la contrató y le dio trabajo para únicamente cocinar y cuidar a su bebé y le paga 280 pesos! O sea, no hacer nada, y de hecho sé quién es! ¿Se puede sacar del grupo? Y claro que viene a probar un trabajo donde hace aseo, dobla ropa y molesta porque no quiere planchar y prefiere irse con seis horas de trabajo! ¿Qué está pasando con estos miembros del grupo, en verdad? Entiendo que cada una paga lo que quiera, pero nosotras mismas cometemos un gran error al darles trabajo por no hacer nada!”, publicó.
Hubo reacciones a favor y en contra.
Muchas de las discusiones en este grupo son similares: pagarles extra o no por quedarse a cuidar a los niños en la noche, ofrecerles de lo que todos comieron ese día o de lo que sobró de ayer.
Olimpia, otra integrante del grupo, se quejó porque al llamar a una chica para ofrecerle trabajo ella respondió que lo pensaría porque tenía otras opciones. Al respecto, María José opinó que las trabajadoras del hogar “ya se cotizan e igual salen flojas o rateras”.
“Elvira” trabaja en varias casas de Guadalajara y confirma que hay gente que trata mal a quienes les ayudan en el hogar; a veces ni siquiera ofrecen agua, quieren que limpien toda la casa, cocinen, laven, planchen y laven ropa por el mismo precio o de plano las quieren tener ahí ocho o más horas, aunque ya hayan terminado todas sus labores.
“Hay de todo, hay gente muy buena y otra que abusa, que ni siquiera agua te ofrece o que tiene casas muy grandes y te quieren pagar como si fuera un departamentito; a veces para llegar a algunos lugares tienes que tomar muchos camiones o caminar mucho porque hasta allá no llega ningún camión y eso también lo tienes que tener en cuenta”, explica.
Violan la ley
Ximena Andión, presidenta de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, señala que según datos del Inegi en México hay 2.4 millones de trabajadoras del hogar y el capítulo XIII de la Ley Federal del Trabajo lo regula; sin embargo, no se vigila que ésta se cumpla.
Además, asegura que a pesar de los avances que representa que el trabajo doméstico esté regulado, la ley lo mantiene en un régimen distinto al del resto de trabajadores, por lo que sigue habiendo discriminación y abuso.
“Por ejemplo, la ley dice que las trabajadoras pueden descansar tres horas entre el trabajo, entonces lo que resulta de esa redacción es que pueden trabajar 12 horas, cuando la jornada para los demás es de ocho horas”, señala.
Por lo anterior, Andión afirma que es necesario que México refrende el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que habla sobre el trabajo doméstico y que entró en vigor en septiembre de 2013.
“Si México lo ratifica tiene que haber cambios a la Ley Federal del Trabajo para que se ajuste el número de horas a las ocho horas del resto de trabajadores y para que se establezca un contrato; no hay contrato y es un problema porque los despiden y no les pagan nada; y lo otro es un cambio en la Ley del Seguro Social para que empleadores y empleadoras estén obligados a incorporar a sus trabajadoras al Seguro Social”, señala Andión, quien también es maestra en Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Sacar el trabajo doméstico de un régimen de excepción implica que quienes lo hacen tengan acceso a guarderías, a una pensión cuando se jubilen, a cajas de ahorro, lo que tienen el resto de trabajadoras y trabajadores asalariados del país.
Una extensión del machismo
En opinión de María del Rosario Cervantes, investigadora de la Universidad de Guadalajara, el comportamiento de Lina y otras integrantes del grupo de “patronas” tiene que ver con el machismo jerárquico que reproducen las mismas mujeres.
“Si la estructura social es jerárquica y el sistema económico está en crisis, entonces por jerarquías nos vamos molestando los unos a los otros, entonces los más vulnerables en esta organización social y económica, en este caso a la empleada del hogar, a la trabajadora doméstica, es a la que le toca toda la carga de esta cascada de males; es una cadena de opresión, represión y maltrato que se va reproduciendo a través de una sociedad que establece jerarquías y, obviamente, para algunas feministas la primera distinción jerárquica está dada por sexo”, señala.
Cervantes señala que en esta lógica, todo lo que hace una mujer tiene menor valor casi por definición, pues arrastramos una cultura donde lo femenino es sencillo y cualquiera lo puede hacer.
Así, considera que la acción política y el activismo son necesarios para intentar revertir este fenómeno, pero son las propias trabajadoras las que tienen que comenzar a organizarse.
“Somos un país clasista donde la idea de servidumbre no es tan alejada de esclavitud, lo único que les falta es venderlas, porque ya incluso hablan de prestárselas, como si fueran de su propiedad (…) La cuestión legal es que siempre va a ser el problema de México, la distancia entre lo que dice la Constitución y la aplicación de la ley”.