IMPULSO/Agencia SUN
Oaxaca
Ana Gabriela perdonó a los asesinos de su hijo. Han pasado cuatro años del crimen que le cambió la vida, ahora forma parte de un grupo de restauración en una iglesia evangélica, desde ahí se dedica a apoyar a otras familias a superar la pérdida de los suyos.
Érik David López Rangel, de 25 años e ingeniero en Mecatrónica con maestría, fue asesinado a puñaladas el 21 de febrero de 2014 en la capital de Oaxaca. Su madre, Ana Gabriela Rangel, cuenta que aquel 21 de febrero Érik le llamó para decirle que asistiría a un convivio de trabajo en la casa de uno de sus mejores amigos. Al otro día, a las 06:00 horas, recibió la fatal noticia: su hijo había sido asesinado por dos hombres, uno de ellos estudiante de Medicina.
Jurídicamente, el caso está aún en investigación. A cuatro años, la fiscalía del estado no ha resuelto el homicidio, ni existen responsables arrestados. Al respecto, Gabriela ha preferido deslindarse, está segura de que la justicia sólo la aplicará su Dios.
De acuerdo con el testimonio de la madre, en el expediente los testigos declaran que el ataque derivó de una disputa por una canción en el hogar donde el ingeniero en Mecatrónica convivía con seis amigos y dos jóvenes a quienes desconocía, estos últimos atacaron con una navaja a dos de los invitados, entre ellos a Érik.
Los hechos sucedieron la noche del 21 de febrero de 2014, pero de acuerdo con la investigación, las personas dieron aviso a las autoridades hasta las 04:00 horas del día 22, por lo cual el joven no recibió atención médica oportuna. Hasta las 06:00 horas de ese día el padre del amigo de Érik avisó a Ana Gabriela de la muerte de su hijo.
Con 51 años, la madre reconoce que al principio fue difícil superar la pérdida, pero ahora está segura que un día volverá a ver a Érik, mientras tanto recuerda a su primogénito como un joven alegre, “era un chico que disfrutaba el día a día, era deportista también”.
La mujer, quien se dedica al cultivo del nopal en su hogar en San Sebastián Tutla, municipio distante a unos cinco kilómetros de la ciudad de Oaxaca, ahora apoya a otras familias a superar la pérdida de sus hijos.
“Dios restaura lo que pasó, recibí su consuelo. Hoy tengo la oportunidad de animar a otros. Apoyando”, reitera Gabriela, quien le sobrevive otro hijo, de profesión abogado y de 26 años de edad.
La celebración del Día de las Madres, explica, no es para ella motivo de tristeza, sino una otra oportunidad más de vida. Este 10 de mayo festejará visitando el sepulcro de Érik y a otras madres, con quienes compartirá un mensaje de consuelo.