IMPULSO/ Lorenzo Delfín Ruiz
Fórmula Uno
El anuncio, hecho de buenas a primeras y con excesivo despliegue, de que México está a punto de amanecer como “el motor de América Latina”, desbancando a Brasil de la pole position que ocupa desde hace por lo menos diez años, vendría a ser reconfortante en momentos en que la crispación social se acentúa, mientras la corrupción y la desconfianza hacia el Gobierno ganan terreno.
Sin ser muy exigente, resulta que la cosa no es así, bueno, sí, pero no porque el pronóstico se ostenta, ciertamente (como se empeñara en recitar el locuaz Presidente de la República que era asociado con tepocatas y víboras prietas), como un motor de Fórmula Uno para empresarios, organismos empresariales y la banca usurera y depredadora, tanto nacional como internacional, todos siempre en frenética búsqueda y sostenimiento de mercados de producción con mano de obra esclavista y mercados de consumo puestos en charola de plata por sucesivos gobiernos financiados por aquellos.
En contraparte, para los 55 millones de personas que con 70 pesotes diarios sobreviven en condiciones humillantes en México, el inminente “motor” de América Latina sigue en franco deterioro, sino es que ya está desbielado.
La conclusión para este sector de desposeídos es que las versiones de ese mentirosito boom (al menos en el terreno social) son hechas a la medida por y para quienes las financian: aquellos organismos foráneos que, asentados cómodamente en territorio nacional, se apoderan de él y marcan su raya frente al infelizaje, esa raza que ha tenido la mala suerte de atravesarse en su camino de ladrones.
En realidad, ni opresores ni oprimidos andan errados, pero es a los primeros a los que les va mejor en la feria.
El Bank of America Merril Lynch, que en forma de vendedor de sus análisis de mercado, que ya opera como casa de bolsa y que en los últimos 25 años le ha succionado a México el escaso tuétano que le han dejado los tiburones de casa, montó la obra picaresca que asegura que México se está convirtiendo en el motor de América Latina porque, por encima del resto de los países del continente, es campo fértil para las inversiones a largo plazo.
La versión de Merril Lynch, que en 2012 le vendió al banco suizo Julius Baer todo el negocio de banca privada que el grupo tiene fuera de Estados Unidos (México, of course) a cambio de 716 millones de euros, se hizo sobre la arena movediza que significa el pronóstico del crecimiento furris de México a 2.3 por ciento para este año hecho por el rey de los tiburones: el Fondo Monetario Internacional.
Para no desanimar a su clientela que siempre busca invertir con garantías de ganancia excesiva y segura, el Merril de marras fincó su interpretación en que a Brasil le irá “pior” por una prevista caída del tres por ciento. De Venezuela ni qué decir con su respectivo declive de 10 por ciento. Visto así, y para mantener el optimismo, se entiende que, muy en el fondo, la consultora admite que, aunque crezca, México no dejará de ser enano.
La cortesía a México se convierte en sospechosa cuando Merril hace los cálculos apenas a modo para ensalzar otras de las tareas también mañositas en que se embarcó la actual Administración federal: las reformas estructurales.
La cantaleta de que México seguirá siendo un paraíso para la inversión es cierta para las multinacionales depredadoras y de plano es una manita más de las muchas que necesita el Gobierno federal en su intento de despojarse de las imputaciones de que no da pie con bola en ninguna de las faenas que debe desarrollar una Administración decente para adecentar la calidad de vida de los habitantes.
Mientras tanto, para el menesteroso grupo de “Los 50 millones”, encerrado en un corral de dádivas y cada vez más ajeno a las ventajosas concesiones que le dan al gran capital, la paradisíaca proyección sobre México equivale a la explicación oficial ante las recurrentes crisis económicas: “Es que cuando la economía de Estados Unidos está mal, a México le va mal”.
: Ante esta sesuda ilustración gubernamental, el mexicano suspicaz indaga: “¿Entonces por qué cuando a la economía de Estados Unidos le va bien, a México le sigue yendo mal?