Diciembre 28, 2024
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‘Para el gobierno griego y para la UE somos invisibles: refugiados

IMPULSO/ Edición Web/ MVS

Europa

A primera vista Omonia parece una más de las muchas plazas del centro de Atenas, llena de hoteles, tiendas, bares y restaurantes. Pero basta con detenerse un momento para darse cuenta de que la realidad es muy diferente de las apariencias.

En un rincón de la plaza, bajo unos árboles dispersos, se entreven unos viejos colchones, colocados uno junto al otro, unas mantas polvorientas y manchadas y unas cuantas bolsas de plástico con comida.

Un poco más allá, en un pequeño parterre, hay algunas personas sentadas en silencio en un banco como si estuvieran esperando algo. Provienen todos del Pakistán, y en total son una treintena.

 

“Somos paquistaníes, nuestro país está acechado por ataques étnicos y religiosos y por una profunda crisis económica. Estamos todos esperando salir de un país que no nos quiere pero que no nos deja irnos”, dice Omar, que hace de portavoz de la pequeña comunidad paquistaní de la plaza Omonia.

Añade que “para el gobierno griego y para la Unión Europea (UE) somos invisibles, fantasmas sin derecho alguno”,

El viaje que ha hecho Omar, originario de Quetta, una de las ciudades paquistaníes más afectadas por los enfrentamientos tribales, es el mismo que el de todos sus compañeros.

En autobús de Pakistán a Turquía, atravesando Irán, y en barca desde la costa turca hasta la isla griega de Lesbos tras ponerse en manos de los traficantes. Llegar a El Pireo, el puerto de Atenas, fue un juego de niños: bastó con comprar el billete del ferry.

Pero todo eso pasó hace casi siete meses, cuando las fronteras de los países de la ruta de los Balcanes aún estaban abiertas y los inmigrantes podían viajar sin muchos obstáculos hacia a Europa Occidental.

En marzo los gobiernos de la ruta de los Balcanes decidieron cerrar sus fronteras para poner fin al masivo flujo migratorio que se dirigía principalmente a Alemania, Bélgica, Francia, Inglaterra y Escandinavia.

Complicó aún más los planes de los inmigrantes el acuerdo entre la UE y Ankara, que establece que los inmigrantes y refugiados de la ruta de los Balcanes, sirios incluidos, tienen que ser devueltos a Turquía si no solicitan asilo a las autoridades griegas.

 

Así, desde hace meses, miles y miles de inmigrantes están bloqueados en Grecia, el primer país de la UE de la ruta de los Balcanes, sin posibilidad de continuar su viaje.

 

El Estado griego afronta una inmigración sin precedentes y no consigue estudiar todas las solicitudes de asilo. Los tiempos parecen eternos.

“Con el cierre de las fronteras nos hemos quedado bloqueados -afirma Omar-. Desde hace siete meses duermo aquí, en la plaza Omonia. Y, ciertamente, no porque me guste. Pero a los paquistaníes no nos permiten vivir en los campos de refugiados, con todos los beneficios que conlleva, donde en cambio sí que están los sirios, los iraquíes y los afganos”.

“Ellos son solicitantes de asilo de primera, según la UE, mientras que nosotros somos meros inmigrantes económicos, que no pueden permanecer en Europa y que de hecho tienen que volver cuanto antes a Pakistán”, afirma.

 

“Admiten que hay violencia, pero no es tan grave como en Siria, por lo que nos tratan con menos urgencia y nos dejan de lado. Quién sabe cuándo nos permitirán solicitar asilo”, agrega.

 

La plaza Omonia es una rotonda con mucho tránsito. La circulación de autobuses, motocicletas y coches es incesante. Algunos griegos paran de vez en cuando se detienen para ofrecer ropa vieja y alimentos a los paquistaníes.

 

Cerca hay un cartel bastante irónico: representa la Acrópolis bajo un cielo azul y tiene la frase “Bienvenidos a Grecia”. Con todos los bares y las tiendas de la plaza, para los inmigrantes que viven aquí es fácil encontrar una conexión wi-fi y ponerse en contacto con sus seres queridos.

“En casa somos víctimas de una guerrilla de baja intensidad hecha de secuestros, atentados, masacres y corrupción. Nosotros también tenemos nuestros muertos a manos de los terroristas, entre ellos muchos niños, al igual que sucede en Siria. Y en cambio para nosotros no hay asistencia”, interviene Shabir, un amigo de infancia de Omar.

“No saben que, por ejemplo, en Baluchistán, mi región natal, pasa absolutamente de todo. Nadie escucha nuestra historia, todos creen que sólo estamos aquí por razones económicas. Nadie se hace cargo de nuestros documentos. Si regresamos a Pakistán nuestra vida correría un grave peligro”, señala.

La mayoría de los paquistaníes de la ruta de los Balcanes quieren llegar a Italia, donde desde hace décadas está muy integrada una gran comunidad de compatriotas suyos.

 

No es casualidad que también este año el primer país de solicitantes de asilo en Italia sea precisamente Pakistán.

“Mi primo tiene una pequeña tienda de comida en Roma, y me ha prometido que tan pronto como llegue me dará trabajo. Me habla muy bien de Italia, no es como aquí, donde es imposible recibir los documentos y, por lo tanto, trabajar”, dice Shabir con seguridad.

Omar retoma las riendas de la discusión: “Ahora que es verano el calor es asfixiante. En invierno era una pesadilla, dormíamos en una tienda de campaña pero no había manera de entrar en calor”.

Refiere que “para conseguir un poco de comida tenemos que acudir a las asociaciones de caridad y hacer unas colas interminables. Nos lavamos a trozos en los baños de los bares o las estaciones de tren”.

“¿Esto es Europa? ¿No merecemos el mismo respeto que los sirios? ¿Por qué la prensa internacional no habla de nuestros problemas? No falta mucho para que llegue el invierno, y puede que todavía sigamos aquí”, enfatiza.

Desconsolado, hace un llamamiento a las autoridades de la UE, el mismo que todos los inmigrantes que están a medio viaje, de todas las nacionalidades: “Aquí no hacemos nada más que esperar, la situación se ha vuelto insostenible”.

“Pido a Europa que vuelva a abrir las fronteras y que nos deje llegar a los países europeos porque nosotros también somos parte de la humanidad. Nos tenemos sólo a nosotros mismos. Sólo queremos vivir una vida tranquila. Nosotros también somos humanos”.

 
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