IMPULSO/ Edición Web
Ciudad de México
A pesar de varias semanas agitadas, con renuncias de altos funcionarios vaticanos y otros titulares negativos, el papa Francisco conserva el sentido del humor: colocó un letrero en la puerta de su suite que lee “Prohibido lamentarse”
“Los transgresores están sujetos a un síndrome de victimismo con la consiguiente caída del sentido del humor y la capacidad de resolver los problemas. Las sanciones se duplican cuando la infracción es cometida en presencia de los niños”.
Últimamente, el auditor general del Vaticano renunció, el tesorero regresó a Australia a responder a cargos de abuso sexual y el principal funcionario para asuntos de doctrina fue destituido.