Noviembre 23, 2024
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Palabra de Antígona

Sara Lovera

En los últimos 108 años, desde que en Dinamarca o, un poco antes, en Chicago se llamó a las obreras socialistas a luchar por sus derechos y a celebrar mundialmente cada año una jornada reivindicativa, el 8 de marzo se constituyó como la fecha emblemática que reúne la vieja lucha igualitaria por los derechos políticos y sociales de las mujeres y el reconocimiento de esos derechos, subliminales, privados, de la vida cotidiana que han dado en llamarse simbólicos y culturales. Los derechos de la diferencia.
Este 8 de marzo será una fecha sustantiva, el llamado internacional a una huelga de mujeres, así como la reacción encadenada, mundial frente a la violencia contra las mujeres, especialmente contra el acoso como un fenómeno de nuestros días, que atenta contra la civilización y muestra los límites de la justicia, se vuelve contra la democracia, revela que las mujeres no nos hemos sentado a mirar el paisaje y continuamos en pie de lucha.
El llamado se suma a las movilizaciones recientes como #YoTambién, que vino de las mujeres de Estados Unidos convocando a miles y miles de jóvenes en todo el mundo. Igual la protesta de internacional en 60 ciudades para dejar claro que diremos basta.
Es una respuesta a los más de dos mil 800 asesinatos anuales de mujeres, sólo en México, a la horrible cifra de que siete de cada 10 mujeres sufren, viven, soportan en su vida algún tipo de violencia cotidiana y a la tremenda estadística que señala que sólo tres de cada cien delitos de este tipo se castigan. Hoy, es posible tener una respuesta, una reacción social. ¡Ya es tiempo!
El llamado a una huelga de mujeres que, si tiene éxito, hará que tiemble el sistema. ¿Imaginen un mundo, sólo un día sin el trabajo de las mujeres? No se trata de no lavar trastes ni dejar de tender camas o atender niños y niñas. No, se trata de no trabajar en las escuelas y hospitales, no ir a atender los call center, de no estar sirviendo platos en los restaurantes, no atender las recepciones de todos los despachos. ¡Por favor, imaginen un día sin trabajo femenino!
También el llamado es a pensar, un minuto, si los hombres en general están mal pagados, las mujeres ganamos 24 por ciento menos que ellos de la bolsa general del salario mínimo y somos poco más del 30 por ciento de quienes somos responsables de nuestras casas y familias, no solo por estar solteras o como se dice “abandonadas” o separadas, sino porque los hombres no son más los únicos proveedores o no tienen empleo o no cumplen con dar el apoyo económico en sus hogares. Hacemos el trabajo de cuidados, el que no pagada, que equivale al 21 por ciento del producto interno bruto en México.
Es así, con esta huelga y cientos de movilizaciones en todo el mundo, incluida la de México, que preparan, feministas y sindicalistas, especialmente, como se recordará el 8 de marzo. No es una festividad, es un llamado de atención desde el comienzo, hace 108 años.
La celebración del 8 de marzo no es como el día de las madres ni motivo de rosas, felicitaciones o cartitas de amor. Es un día de lucha y de balance. Es un día para hacer visible que todavía la mitad de la población sufre actos de discriminación, violencia solo por ser mujeres y violencia política por querer participar en la vida pública.
No es para que se responda “¿por qué no hay un Día del Hombre?, frase vulgar que revela toda clase de ignorancia. Tampoco fue declarado Día Internacional de la Mujer por Naciones Unidas, sino instituido por mujeres de los continentes europeo y americano en 1910, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, a la que convocaron Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, ambas, entonces, mujeres revolucionarias y visionarias. Una claramente comprometida con la condición de la mujer y otra creadora de una corriente de pensamiento socialista. En 1977, la ONU institucionalizó al 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, igual que se institucionalizó la iniciativa feminista el 25 de noviembre y como otras muchas cosas que los gobiernos toman del pueblo.
Más allá de las versiones históricas sobre por qué el 8 de Marzo, qué motivó fijarlo en esa fecha y no otra, teñido de victimismos o desviado para que fuera sólo pensado en la mujer trabajadora, una versión del patriarcalismo socialista o la historia de las obreras quemadas sin base histórica; decía, más allá de todo ello, hay una verdad indiscutible, en esa II Conferencia las asistentes iniciaron una intensa y decisiva campaña por el voto femenino, en unión con las mujeres de Estados Unidos, que ya habían avanzado en la declaración de los derechos civiles.
Por eso es decisiva la respuesta de 2018, la respuesta de las mujeres, pero también de hombres de diferentes edades, calidades y orígenes, que sí saben que se discrimina a las mujeres y que sí están en contra de la violencia; hombres para quienes las mujeres no son solamente madres y amas de casa, sino que son parte de la sociedad, de la ciencia y de la vida democrática.
No es posible que podamos hablar de la gran problemática mundial si esa problemática se ve desde la visión limitada y pequeña del patriarcado, que está preocupado, aunque no lo identifique con claridad, la crisis del sistema capitalista que ha puesto en la mesa; ni limitado a la coyuntura electoral de 2018.

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