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Palabra de Antígona

Los medios de comunicación y las mujeres
Se cuentan cosas sin la experiencia de las profesionales
Sara Lovera/SemMéxico

Las mujeres no somos tratadas con justicia en los medios de comunicación. Los estereotipos, el amarillismo, las medias verdades y las distorsiones son cosa cotidiana.

La falta de una mirada incluyente y la ignorancia, negocio y falta de sensibilidad de las y los dueños de los medios, refleja a mujeres que no son de esta época y normalmente el discurso mediático reafirma imágenes tradicionales de las mujeres. Incluso se presenta a las mujeres modernas como “malas”.

Tema reiterado en el discurso feminista hace 50 años, se dice, a veces con rapidez, que no hemos avanzado en ello, y hay cierta realidad, pero hemos avanzado muchísimo en dos terrenos principalmente, en la conciencia del problema, pero no en las televisoras de América Latina, no en las de México, la presencia de las mujeres en la cúpula de los medios públicos, en sus consejos, ha avanzado en regulaciones.

Desde la sociedad, mundialmente, periodistas se han organizado desde hace 30 años. Con claroscuros y desniveles, montones de iniciativas, acciones y hechos han venido de las profesionales de los medios.

De los gobiernos algunos cambios y desde la academia, su atalaya y su corta mirada, críticas construidas en escritorios y supuestos; algunos pocos estudios a fondo y los observatorios de medios desde la perspectiva de género, se queda sólo en lo cuantitativo y no se incursionó sobre lo cualitativo global. Nadie paga, eso, no deja.

Solamente en España, Juana Gallego ha entrado a examinar los medios por dentro y desde su compromiso feminista, ha rescatado hechos y sugerido propuestas imaginativas y asequibles.

Hemos avanzado por eso lentamente. Los recursos internacionales han sido escasos y desde los gobiernos las regulaciones son elementales para evitar que sean los medios primos hermanos y exégetas del patriarcado.

En México, la carencia es casi total, aunque hubo un tiempo de crecimiento, donde incluso hubo una red de periodistas con mirada feminista, una de mujeres radialistas, más de 63 publicaciones y programas de radio hechos por periodistas profesionales; así como, acuerdos de difusión de noticias de las mujeres con las agencias de noticias más poderosas de México; incluso, una serie de televisión, realizada en conjunto por periodistas, televisoras de los estados, televisión educativa y una agencia informativa feminista. La serie fue vista por 20 millones de personas, luego fue un excelente material didáctico, pero lo cierto es que eso se estancó y no tuvo seguimiento.

En cambio, el Gobierno, sólo este sexenio, hizo una nueva ley de medios, que primero no fue retomada por las feministas y segundo perdió recientemente contenido al ser mutilada en el aspecto más revolucionario: la participación de las audiencias, asunto que no sólo quedó sin discusión, sino que ha caminado y crecido, sin denuncia alguna. Entre medios y género priva el silencio.

Otras iniciativas, como la del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo para generar campañas desde las oficinas gubernamentales con perspectiva de género, ni se conocen en las oficinas de comunicación social, y los acuerdos, chuecos o derechos, de Gobernación durante este sexenio con la Cámara de la Radio y la Televisión, bien gracias, duermen el sueño de los justos.

Para no hablar de un rechazo ciego y tonto al compromiso firmado por Televisión Azteca con ONU Mujeres, bueno, hasta la iniciativa fue despreciada por las autoridades que podrían haberla exigido.

De la misma forma, las iniciativas y el trabajo, experiencia y crecimiento de las profesionales de la comunicación, además de desconocido, es despreciado. Solamente, como el caso de la libertad de expresión, se toma en cuenta a organizaciones civiles, donde no están las y los profesionales de los medios, los y las trabajadoras de los medios, que cuentan a las y los muertos o que cuentan, con numeritos, estadísticas y supuestos, las ausencias de género en los medios.

La experiencia se echa a la basura, conozco solamente un trabajo serio sobre la operación de los medios y el periodismo de género, se hizo en Oaxaca, por la periodista Soledad Jarquín, quien se metió a revisar los periódicos de esa entidad durante un periodo de más de 50 años. Encontró cosas sorprendentes, rastreó el cómo fueron reflejadas las mujeres y cómo algunos medios tenían hace cinco décadas espacios -se diría hoy- de género, lo que evitaría afirmaciones superficiales. No hay ningún otro estudio semejante.

Todo esto viene a cuenta porque, en unas semanas, en Nueva York, durante el periodo 62 de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW62), órgano de promoción de la igualdad en la ONU, se examinará por primera vez a fondo desde 1995 compromisos cumplidos de gobiernos, sociedad civil, sector empresarial y trabajadoras y trabajadores de los medios sobre lo que se llamó primero Capítulo J y, más tarde, Anexo 100, referido a la representación femenina en los medios.

En el año 2000, un nutrido grupo de latinoamericanas lanzamos una campaña llamada “Nosotras Cumplimos y ¿ustedes qué?”, reclamando a los gobiernos la poca importancia de hacer política y acciones para cambiar el cómo y de qué forma los medios tratan la imagen de las mujeres, a pesar de que ya entonces éramos casi el 50 por ciento de las trabajadoras y algunas directoras o jefas en muchos medios en América Latina.

La participación de la mujer en los medios de difusión y las tecnologías de la información y las comunicaciones, más el acceso a ellos, así como sus repercusiones en el adelanto y la potenciación del papel de la mujer y su utilización con esos fines, forma parte de las discusiones.

¿Qué presentará México? Me temo que no, no podrá informar en serio o no reflejará lo que realmente está pasando porque les ha pasado por encima lo que conté antes. Nadie examinó nunca el impacto de las 63 publicaciones, nadie analizó sus contenidos, ni sabe a dónde llegaron, se han dedicado a escribir manuales de lenguaje no sexista -no estoy segura de qué quieren decir, a publicar desde su atalaya críticas sin conocer los más de mil medios impresos que circulan en pueblos y comunidades, ni saber qué hacen realmente las y los señores con micrófono en todo el país -que aún se escuchan y ven, no sólo de redes sociales viven las mujeres-. Y qué decir del lenguaje, imágenes e ideas tremendas que circulan en las redes sociales.

Naturalmente, hay quienes viven del cuento y hablan de los medios sin haber pisado jamás uno de sus centros de trabajo o solamente han estado allí de paso sin ejercer el periodismo o la comunicación. El feminismo habla de rescatar la experiencia de las mujeres, sería muy bueno que eso se hiciera en lugar de moverse con prejuicios e ignorancia sobre el papel transformador de los medios, a los que simplemente se los crítica y no se los modifica por dentro, como diría mi amiga Juana Gallego. En fin, veremos. [email protected]