IMPULSO/ Sara Lovera
AMLO, enemigo de las feministas y el progreso de género
El debate es un acto de comunicación y exposición de ideas diferentes sobre un mismo tema entre dos o más personas, el que sea más completo a medida que los argumentos expuestos vayan aumentando en cantidad y en solidez de sus motivos; al final de todos los argumentos expuestos por cada una de las personas, el intermediario deberá llegar a un acuerdo. Es dialogar y escuchar al otro.
Sin duda, el 2018 elegiremos a la octava gobernadora desde que obtuvimos el voto en 1953, será la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, aunque no sabemos cuál de las dos punteras y si no entra el diablo a las casillas el primero de julio.
Y es posible que hubiera una o dos gobernadoras más, depende qué suceda el día de las elecciones, fecha en que por voto directo y secreto sabremos cuál será el derrotero de México.
La comentocracia tiende en estos días a creer todo lo que dicen las encuestas. Mi maestra Teresita de Barbieri, la socióloga feminista determinante en mi vida, marxista y capaz, me advirtió desde 1996 que observara con cuidado ese ejercicio de encuestar que, al lado de los medios, intentaría orientar el voto antes de ser depositado.
En el año dos mil, nadie apostaba seriamente a que ganaría en las urnas Vicente Fox Quesada, las encuestas decían que ganaría el PRI con Francisco Labastida Ochoa, el problema es que la gente, aún la que escribe u opina, no tiene memoria. Desde luego en el dos mil había un análisis de contexto y datos reales del avance de la oposición en los estados de la República.
En el 2006, realmente, en la votación apareció un empate, no obstante las diferencias que, decían, aparecían en las encuestas. Nadie imaginaba que Patricia Mercado Castro obtendría más de un millón de votos; como los obtuvo también en 1988 doña Rosario Ibarra de Piedra. Es una tendencia discriminatoria pensar que ellas no pueden. Me ha molestado mucho la manera como los contendientes y los comentaristas se refirieron a Margarita Zavala Martín del Campo, a la que hay que tratar como política, no como esposa. Sólo vi a Héctor Aguilar Camín, sopesar bien su desempeño. Me dirán que eso no significa nada, claro que significa, para analizar seriamente el panorama, un millón de votos cambia tendencias. Y no me gusta la simpleza machista, de “la mandaron”.
Mercado Castro captó en 2006 los votos juveniles y de avanzada, Ibarra de Piedra, tanto en 82 como en 88, el voto libre y, verdaderamente por los pobres. Hoy María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, sí que era un peligro para los hombres, sin duda.
Por cierto, mientras escribo se celebra el ingreso de Pablo González Casanova al Comité Clandestino Indígena del EZLN, precisamente, este hombre autor de la Democracia en México, un libro de texto para quienes elucubran sobre la política en México, definido hace tiempo con los derechos y demandas de la población indígena de México, a la que los candidatos ni piensan, porque no les dan votos seguros.
Insisto, si las encuestas no fallaran, hoy disfrutaríamos la presidencia del Partido Demócrata en los Estados Unidos en la persona de Hillary Clinton. Las encuestas se equivocaron también con los resultados del Brexit, asunto que ha creado nuevas crisis en Europa.
Bueno, pero las cosas no son así, y con frecuencia se equivocan las casas que viven ahora de esta historia: retratar, casi adivinar una definición colectiva, tomando en cuenta sólo a un grupo de personas opinando sin dar su nombre, ni hacerse cargo de sus puntos de vista. Han dicho que los mítines tampoco nos dan información real sobre lo que pasará frente a la casilla, aunque esas reuniones públicas sí muestran la capacidad de quien o quienes convocan y por supuesto la presencia pública para apoyar una candidatura.
He escrito que en estas elecciones, se nos ha impregnado de los pre resultados. Pero no sabemos. El primero de julio lo decidirá la gente, de carne y hueso, la que irá a las urnas y la que no irá.
Las candidatas
Entre 1953 y la fecha, pasaron 64 años, o sea, una mujer ha llegado a un gobierno estatal cada ocho años. Hasta hace poco la crítica feminista decía que el espacio intocado era el de la realpolitik, donde los hombres, como los del debate del domingo 22, eran mayoría y no se abría ni una rendija.
Del debate sin duda, para mucha gente, la sorpresa fue el discurso y el aplomo de Margarita Zavala Martín del Campo, aún cuando sean pocas sus posibilidades, como se decía en 2006 de Patricia Mercado, ella que si rompió el ritual masculino, misógino y conservador. ¿Se acuerdan? comunicándose con la juventud, cercana a los que aún reconoce como grupos prioritarios y proponiendo lo que ahora es una realidad, el matrimonio igualitario y la discusión sobre la despenalización del aborto. Esta mañana recordaba cómo entonces, López Obrador, ni la recibió, ni la saludaba, igual que lo hizo anoche al término del debate, salió sin saludar, salió rápidamente. Además habló con gestos y miradas, mucho más de lo que dice lentamente. Estaba realmente molesto, incómodo, no le gusta debatir sus ideas, las que tiene fijas hace 18 años.
Mercado Castro contó como AMLO no la saludaba, como no habló durante 6 años con las feministas en el palacio de gobierno de la Ciudad de México, aunque la gente se olvide. Patricia Mercado Castro comentó que en el debate, los silencios de AMLO son con claridad, los comportamientos de quien es incapaz de debatir, porque ello implica escuchar al otro, razonar las ideas contrarias a lo que “yo” pienso y creo. Y aunque Margarita no es alternativa a las feministas y tiene un lenguaje cristiano y familista, fue, sin embargo la única en hablarle a las mujeres.
Me detuve a ver qué sucedía, con toda atención. AMLO se agachó, se molestó, no tiene discurso, ni emoción sobre las 7 mujeres asesinadas todos los días en este país. No sé, si cree que son los hombres pobres e ignorantes, los que cometen los asesinatos y debemos reconciliarnos con ellos. Y Ricardo Anaya Cortés pidió oportunamente hablar y recitó cuatro frases de campaña: la violencia contra las mujeres no es normal y él dijo, no pasará, pero ni se le había ocurrido.
José Antonio Meade sólo atinó a decir que les dará el Seguro Social a las casi dos millones de trabajadoras del hogar.
Estamos pues viendo la campaña de la séptima mujer por la presidencia y vemos en campaña a 11 mujeres en las entidades donde se elegirá gobierno estatal, no en todos, no hay candidatas en Chiapas –batearon a una muy buena-, en Jalisco y en Yucatán.
Según las encuestas, en la CDMX, la más aventajada es Claudia Sheinbaum Pardo, de Morena, pero quién sabe. Desde hace dos años al menos, arriba estaba en todas las encuestas por la que decidiría el PRD, Alejandra Barrales Magdaleno, acusada de ser impuesta por el ex jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera Espinosa. A Sheibaum Pardo la acusan también de ser impuesta por Andrés Manuel López Obrador, quién, en virtud de las encuestas, ya se siente el presidente de México, el que dijo que encabezará la “cuarta transformación de México”, tras la Independencia, la Revolución y el gobierno del general Lázaro Cárdenas (1934-1940).
Sólo guiada por el tamaño de la contienda y los sucesos en Puebla, Martha Erika Alonso Hidalgo, candidata “Por Puebla al Frente”, sobre todo PAN-PRD y Movimiento Ciudadano podría llegar a la gubernatura. Naturalmente las encuestas que la tenían arriba, ahora señalan que no. En Puebla la fuerza del partido que ella dirigió, el PAN, es histórica y ascendente desde hace 34 años, no obstante nada está escrito.
Así las cosas, tendremos una bancada feminista, una o dos gobernadoras; algunas o muchas presidentas municipales a partir de 2018.
El tema es cómo salvar nuestra agenda. Es decir, los avances obtenidos en distintos momentos de las últimas cinco décadas; cómo enfrentar un gobierno absoluto, como dicen las encuestas, puede ser el de López Obrador, con mayoría en las Cámaras y los gobiernos a elegir. Cómo enfrentar un nuevo partido de la revolución, o sea de la transformación, un partido que su líder llama movimiento, o sea un movimiento en el poder, donde ninguna ley será definitiva, porque fue hecha, como dice el movimiento, en medio de la inmundicia.
Cómo haremos las mujeres, con las que no se dialoga, a las que no se ve. Cómo haremos sin juego democrático, que son los gobiernos divididos, de varios partidos; cómo enfrentaremos tirar a la basura el juego de partidos, civilización a la que queríamos acceder, en fin. Una transición trunca, donde el valor de la democracia no es el diálogo, la confrontación de ideas y proyectos como avizoró Pablo González Casanova, por el que se levantó indignado José Vasconcelos Calderón; por lo que puso en aprietos al PRI, Cuauhtémoc Cárdenas. Cómo hacer para pensar que un partido absoluto, con mayoría en el Congreso puede cambiar el cuarto constitucional; echar para atrás la pastilla del día siguiente; el aborto en la Ciudad de México; la paridad electoral; las oficinas de salud sexual y reproductiva.
Porque nadie tiene memoria. No se lo dijeron a los contrincantes, AMLO quiso cerrar las Unidades de Atención y Prevención a la Violencia Familiar creadas por ley y las que salvó la bancada feminista de entonces; quién no recuerda o no sabe que AMLO se opuso a la investigación sobre feminicidio que hizo la Cámara de Diputados para sustentar la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin Violencia.
Y se opuso y vetó la ley de Convivencia y luego el Matrimonio Igualitario; vetó la discusión sobre la interrupción legal del embarazo; le bajó los salarios a los trabajadores de la ciudad, que apenas antier lo denunciaron; obligó a las y los trabajadores a hacer campaña y el dirigente de Morena en la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama ocupó como caja chica el presupuesto de la Dirección General de Igualdad para financiar a grupos de la ciudad para apoyar a su partido, entonces, el PRD y ahora es un hombre de confianza, entre una lista de más de 100, que quienes reporteamos, conocemos, los hemos visto, incluso de cerca o amistosamente, sabemos quiénes son.
Se critica esto, se dice esto porque AMLO dice que es totalmente honesto, mientras a los demás ya los y las conocemos; las y los demás son humanos y humanas, unas mejores que otras, pero ojo, nadie sale y dice, como AMLO dijo a los entrevistadores en Milenio, que no sólo era honesto, sino que no tenía nada que autocriticarse. Esa y no otra es la crítica. La descreída de un redentor que tiene pies de barro, tal cual las y los demás en la política en México, pero que no se bañan en leche de burra, violando nuestras leyes, abiertamente aman a Jesús, el que una corriente cristiana lo involucra directamente con los pobres. En fin, al tiempo, veremos.