IMPULSO/Enrique de la Madrid
Desde la Sectur, he sido testigo de la importancia de tener una industria del transporte aéreo eficiente, competitiva y con alta conectividad. Estos factores han sido esenciales para el notable crecimiento del turismo, que en los últimos años nos ha llevado al octavo puesto mundial y que genera empleo y desarrollo personal para millones de familias mexicanas.
Sin embargo, la piedra angular del sistema aeroportuario, el aeropuerto de la CDMX, está rebasada desde hace años y con ello pone en riesgo el crecimiento del turismo y todas las actividades económicas que requieren de servicios de transportación aérea.
Acciones provisionales de mitigación han generado un alivio temporal, pero bajo cualquier perspectiva estamos al límite. Hay nuevos mercados y destinos con los que no hemos podido conectar por falta de capacidad, y esta situación sólo se va agravar hacia adelante, sin mencionar el deterioro en la calidad del servicio y el compromiso a la seguridad.
Por ello, luego de un profundo análisis técnico que incluyó la opinión de los mejores expertos sobre las opciones disponibles, el presidente Peña Nieto decidió acertadamente iniciar la construcción de un nuevo aeropuerto en la zona oriente del valle de México.
No es un aeropuerto cualquiera, con la participación de las mejores empresas mexicanas y extranjeras se logró armar un ambicioso proyecto —el segundo más grande en construcción a nivel global— que no sólo resolverá definitivamente las carencias actuales, sino que tiene el potencial de proyectar al país a una nueva etapa de crecimiento en transporte aéreo y todos los sectores asociados, incluyendo la exportación y el turismo.
La construcción ya presenta un avance significativo e incluso en esta etapa ya está beneficiando a la zona con 160 mil nuevos empleos, mismos que ascenderán hasta los 500 mil una vez que se alcance su operatividad máxima, con lo que se convertirá en el proyecto con mayor generación de empleo en toda Latinoamérica.
En un país con un déficit de empleo, ésta es la forma de solucionarlo, con proyectos de gran alcance y sustentados en la racionalidad económica. Por los empleos que generará, el reordenamiento urbano, la provisión de servicios y la derrama económica asociada, este proyecto representa la mayor oportunidad de desarrollo de la historia para la zona oriente del valle de México, así de claro.
Rechazar este proyecto no sólo pone en peligro a estos empleos, sino todos los beneficios a nivel nacional que se desprenden de una mayor conectividad. El nuevo aeropuerto tendrá capacidad de dar servicio a 120 millones de pasajeros anuales, muy por arriba de los 42 millones del aeropuerto actual y que hoy en día se encuentra en una grave situación de saturación.
El aeropuerto, gracias a la adecuada separación de sus seis pistas, permitirá tres aterrizajes o despegues simultáneos, hoy, las dos pistas del AICM están tan juntas que los aviones sólo pueden aterrizar o despegar de uno en uno.