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“Ortega, un dictador que no oye al pueblo”

IMPULSO/Agencia SUN

Ciudad De México

El gobierno tiene una reacción desmedida, agresiva y genocida frente a las demandas ciudadanas para que deje el poder el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, convertido en un nuevo “dictador”, asegura Álvaro Leiva Sánchez, secretario de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).

A tres meses de que se iniciaron las protestas contra el gobierno, la cifra de muertos en Nicaragua es de más de 300 personas, denunció la ANPDH, encabezada por el Dr. Leiva Sánchez, quien, en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL, exhorta al gobierno a dejar de ser “ciego, sordo y mudo frente a las demandas del pueblo”.

“La situación de Nicaragua es producto de impunidad, indolencia, injusticia y violación a los derechos humanos que se han producido constantemente por parte del actual gobierno, que no ha demostrado tener voluntad política de mejorar… esa es la verdadera causa por la cual hoy la sociedad nicaragüense ha perdido su paz social”, aseguró.

Sobre el sandinismo, que hace 39 años sacó del poder a la dictadura de Anastasio Somoza, Leiva dice que no queda nada de ese movimiento y que las similitudes que puede haber entre entonces y ahora son la existencia de un dictador, así como la participación activa de los jóvenes. “Hace 40 años teníamos un dictador, ahora la sociedad indica que hay un dictador denominado Daniel Ortega y la participación de los jóvenes en el rol por demandar un cambio… Lo que se dio hace años tristemente se está repitiendo en Nicaragua, ser ciego, sordo y mudo frente a lo que demanda el pueblo, justicia, no impunidad, no indolencia, institucionalidad, democracia y respeto a los derechos humanos, es decir, de ese movimiento no hay nada, absolutamente no existe, es una utopía”, aseguró

A decir de Leiva, la salida del presidente puede ser la solución para restituir la paz social en Nicaragua y para cumplir el propósito de “construir un país que hoy en día está en una situación de dolor y derramamiento de sangre” y donde se restituyan “institucionalidad, democracia y derechos humanos”, como exige el pueblo.

El defensor de derechos humanos explica que, además de la agresión que se manifiesta en las protestas, asesinatos, tranques (bloqueos) y ataques en los barrios, hay un grupo que está “sembrando terror en la población, un grupo oscuro de paramilitares que han sido creados para violentar la ley y hacer actos fuera de ella, lo que ha costado dolor y sangre a los nicaragüenses”.

Entre esos actos, argumenta, está el ocultar “ilegalidades de genocidios. Lo hemos señalado, hay denuncias de lugares ilegales para esconder las atrocidades de delitos de lesa humanidad que se están cometiendo en nuestra sociedad nicaragüense, como la existencia de fosas ilegales”. Acusa que la población que participa “en protestas cívicas bajo un contexto de un derecho humano y un derecho constitucional ha sido reprimida, eliminada y asesinada por parte de un Estado que hoy no tiene un comportamiento dentro del marco de la Constitución”.

La información con la que cuentan, precisa, se basa en un monitoreo con base en denuncias, documentación de cada persona, cédula de identidad, acta de defunción y entrevistas con familiares, ya que las autoridades no proporcionan datos a los organismos de derechos humanos.

“El Estado tiene una conducta secretista que no permite dar a conocer lo que verdaderamente está sucediendo en Nicaragua y precisamente por eso en nuestra gestión humanitaria somos hostiles y no gratos para el Estado”, explica, y añade: “Nosotros, como organismos de derechos humanos, no somos enemigos del gobierno, lo que tratamos es de señalar sus desaciertos en función de que cumpla con lo que manda la Constitución”.

Ante la negativa de Ortega de convocar a elecciones y dejar el poder, considera que el país está muy lejos de recuperar la paz y teme que haya más muertos. Y critica a Ortega. “Por un lado habla de socialismo, solidaridad y cristianismo y por otro lado hay una práctica en su actuar de no respeto a los derechos humanos y ni siquiera al respeto fundamental que es el derecho a la vida y eso es muy distante a lo que podría hacer un revolucionario”, explicó.

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