Septiembre 18, 2024
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Opinión

Repensemos las pensiones

IMPULSO/ Gerardo Esquivel 

Segunda parte

El sistema de pensiones debería tener al menos tres pilares: el primero, uno básico, debería ser una pensión no contributiva, es decir, que no sea financiada mediante contribuciones directas a la seguridad social, sino mediante impuestos generales, esto lograría una desvinculación de las personas con respecto a su situación en el mercado laboral y podría garantizar un ingreso mínimo a cualquier persona durante su vejez.

 

Esto sería particularmente benéfico para aquellos que nunca se incorporaron a la fuerza laboral (especialmente mujeres) y para aquellos que por alguna razón trabajaron en el sector informal o que contribuyeron intermitentemente al sistema de pensiones. 

El segundo pilar debería ser del tipo solidario intergeneracional (también conocido como Pay as you Go). Este esquema tiene la ventaja de que contendría un componente de aseguramiento social para los trabajadores (es decir, la pensión se recibe o no dependiendo del tiempo que uno viva), además de que lo recibido estaría en función del ingreso de los contribuyentes. Este pilar garantizaría una segunda fuente de ingresos para los trabajadores que hayan contribuido al sistema. Para que este esquema funcione las contribuciones deberían ser suficientes para incorporar la mayor esperanza de vida y debería establecerse una edad de retiro mayor a la tradicionalmente utilizada. 

Finalmente, un tercer pilar que consista de cuentas de ahorro individuales. Esto contribuiría al ahorro personal y tendría la ventaja de que tomaría en cuenta la heterogeneidad de los individuos en torno a su actitud frente al ahorro y la incertidumbre. Así, individuos más precavidos podrían ahorrar más si así lo desearan, con la ventaja de que los recursos ahorrados les pertenecerían a ellos e incluso podrían heredarlos a sus descendientes en un momento dado (lo que difiere de los otros dos componentes). Para que este esquema funcione, sin embargo, es preciso una regulación muy estricta de las administradoras de fondos de retiro para evitar que los altos costos de administración terminen “comiéndose” los recursos de los ahorradores. 

Un esquema de pensiones con estas características sería deseable para cualquier economía porque combinaría las características de tres esquemas que en ocasiones han sido vistos como alternativos. Esta discusión resulta muy oportuna para México considerando que la OCDE ha sugerido recientemente que el sistema de pensiones de nuestro país debe ser revisado, ya que es inefectivo en términos de su cobertura, su fragmentación y del hecho de que un buen número de mexicanos no alcanzará a recibir la pensión mínima garantizada que prometió el nuevo sistema, por lo que será el gobierno el que deba asumir dichos costos en el futuro. Estamos a tiempo de iniciar esta discusión y de hacerlo con seriedad y rigurosidad. Hagámoslo ahora antes de que el futuro nos alcance. 

 

 

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