Septiembre 17, 2024
Clima
14°c Máxima
14°c Mínima

Opinión


IMPULSO/ Enriqueta Cabrera

Trump recoge todos los odios de ultraderecha

¿Qué ha convertido a Trump en el precandidato puntero para la nominación republicana? Es duro, tiene mucho dinero, confronta a todos, es racista y misógino, violento en sus palabras y sus juicios, tiene un pensamiento sólo alineado por el odio y recurre a alentar los peores sentimientos de todas las frustraciones estadounidenses.

 

En el centro ha colocado su odio por los mexicanos que emigran, que trabajan en Estados Unidos, a los que niega sus múltiples aportaciones. Y claro, afirma que los echaría, que construiría un muro que tendría que pagar México, que les confiscaría las remesas que envían a México. Todo un rosario de patéticas ofensas con un lenguaje de borracho o comediante de quinta que pelea en el callejón oscuro con sus vecinos. En lo político avanza, pone de rodillas al Partido Republicano y a los otros contendientes por la nominación. El más grande problema de los republicanos para ganar la elección presidencial de noviembre de 2016 se llama Donald Trump, una vez derrotado el bipartidismo, el circo del empresario adinerado aspirante a la Casa Blanca ha comenzado. Los vaticinios de que se hundiría no se han cumplido.

Trump muestra el látigo con que gobernaría, desprecia la política y todo lo que sea políticamente correcto, no es un demócrata, se parecería más a Hitler o a los líderes del Ku kux klan que, enarbolando su xenofobia, justificaban quemar viviendas y matar. Atropella a quien se ponga enfrente, pisotea a sus víctimas. Se jacta de ser él quien recuperará Estados Unidos, odia a los empresarios que llevan sus empresas fuera de la Unión Americana, precisamente en un planeta cada vez más independiente y globalizado. Afirma que azotará con grandes multas a los empresarios que operen fuera de Estados Unidos. Cree en el poder unipersonal del Presidente, su figura política favorita es la de un dictador que impondrá su voluntad sólo porque es la suya y, por lo tanto, correcta y única vía. Escucha sólo a los que aplauden su patético discurso, que se mueve entre lo ridículo y el populismo de ultraderecha. Bueno, los neoliberales de Bush son unos niños. Alienta todos los odios, enciende rencores. Habla de justicia, pero quemaría vivos a los inmigrantes si pudiera, especialmente a los mexicanos.

Pero tal vez lo peor de todo es que su discurso avanza, aunque habla sin guión, desconcierta a sus rivales, tiene una cierta base social: la de los blancos que han perdido su empleo, de los que creen que los que llegan a EE.UU. les quitan el trabajo, a quienes convence de que se subsidia a los migrantes con prestaciones sociales, aunque mucho aportan con su trabajo, a las mujeres que se sienten vulnerables y que por ello portan armas para defenderse, que no ven su misógino discurso con frases como de que fulana está mareada por la menstruación, defiende a los trabajadores estadounidenses de empresas quebradas o que han cambiado de localidad para reinventarse. En su base social destaca gente con pocos estudios. Afirma que los soldados de EE.UU. que regresan viven en las calles. Odia a los negros y a los latinos. Habla directo disparando palabras, muchas de ellas, altisonantes y ofensivas.

¿Quiénes son sus clientes políticos?, una buena, buena parte de quienes han escuchado durante años el discurso de los Tea Party, de los nuevos republicanos que acabaron con el bipartidismo, sustento del sistema político estadounidense. Critica a los republicanos que tienen mayoría en las dos Cámaras y que no se imponen. Convierte las frustraciones grandes o pequeñas de los blancos estadounidenses en su bandera porque allí se pueden alentar los odios. No deja de llamar la atención que Trump, el rico empresario que no necesita dinero ajeno para hacer su campaña, hable de sí mismo en tercera persona.

Etiquetas:

Dejar un Comentario