Diciembre 26, 2024
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Opinión

IMPULSO/ José Antonio Crespo
Escenarios mexiquenses

Se perfila sumamente competida la elección del Estado de México, las probabilidades de que el PRI pierda su principal bastión estatal, no son pocas. Las encuestas marcan dos tendencias claras; la baja del PRI en sus preferencias, al tiempo que Morena va subiendo de manera sorprendente. Las razones de ello pueden ser varias pero probablemente el desprestigio nacional del PRI (Duartes, Moreiras, Borges) así como del gobierno de Peña Nieto (con bajísima popularidad), se está transfiriendo al Estado de México. Por otra parte, finalmente Josefina Vázquez Mota se decidió a abanderar a su partido; las encuestas la marcaban como la única competitiva frente a otros del PAN. Hace poco una encuesta de El Universal arrojó tres opciones en empate técnico: Alfredo del Mazo por el PRI; la propia Josefina por el PAN y Delfina Gómez por Morena, en empate técnico (sobre los 19 puntos).

Con todo, se perfilan varios escenarios posibles.

1) Se mantiene la tendencia a la baja en el PRI, y continúa la tendencia al alza de Morena; resultado, Morena se ubica en un claro primer lugar, el PAN en segundo y el PRI cae al tercero, algo insólito, pero no improbable.

2) El PRI hará cuanta trampa pueda, pero aún así podría caer al tercer sitio, en tanto Morena y el PAN se mantienen en empate técnico. Ahí cualquiera de los dos podría ganar. La pregunta clave sería hacia dónde se dirigiría el voto útil de los priístas y sus aliados (PVEM, PANAL). Se podría pensar que hacia el PAN, que muchos consideran aliados políticos (el PRIAN). Pero no necesariamente es así. Muchos priístas y panalistas han demostrado en otros comicios estar más cerca de la izquierda nacionalista (origen del PRI y del SNTE) que del PAN.

Si el voto útil priísta privilegiara a Morena (como lo hizo en 2006 respecto de López Obrador), entonces Delfina Gómez aventajaría a Josefina con claridad. Pero no se descarta que un buen número de voto útil priísta vaya también al PAN. La pregunta sería en qué proporción para cada puntera.

3) Otro escenario es que el PRI se mantenga competitivo pero el PAN caiga a tercer sitio (por la razón que sea). En tal caso la elección se definiría entre PRI y Morena. Y de nuevo es pertinente la pregunta: ¿Hacia dónde se iría el voto útil panista, si lo hay? Los panistas son más reacios a votar útil; suelen preferir el “voto leal”, es decir, mantener su voto con su candidato(a) aunque ya no tenga posibilidades reales de triunfo. Ocurrió en 2012. Pero si los panistas hicieran un cálculo racional, sería para ellos mejor que el PRI ganara, pues eso no garantiza que ese partido compita en 2018 (se ve cuesta arriba). En cambio, de negar su voto útil al PRI, Morena podría más fácilmente ganar. Y eso no conviene nada al PAN, pues un triunfo de Morena en el Estado de México casi garantizaría la victoria de López Obrador en 2018, dejando sin posibilidades reales al PAN en ese mismo año. De no tener opciones de triunfo en el Estado de México, a los panistas les convendría a todas luces votar por el PRI sólo para impedir la victoria de Morena, y que el blanquiazul continúe siendo opción real en 2018. ¿Lo harían los panistas? No está claro. Suelen ser muy cerrados en su comportamiento electoral.

4) Pero mantengamos de nuevo el escenario en que las tres fuerzas principales se mantienen en empate técnico; cualquiera puede ganar. En tal caso el voto útil del PRD, cuyo candidato no tendrá ninguna posibilidad (y cuya votación se perfila entre 10 y 14 %) podría ser decisivo.