IMPULSO/ Fausto Hernández/Arena Pública
De ‘Hecho en México’ a ‘Innovado y desarrollado en México’
Hice referencia a que varios de los países de ingreso medio para los 1980-1990s aprovecharon la apertura comercial para, primero, absorber tecnología [sic.] y, después, desarrollar la propia. Señalé que México no lo había realizado al potencial requerido.
En general, se puede decir que nuestro país adquirió gran importancia para ensamblar productos que requerían tecnología altamente sofisticada, colocarles el sello de “hecho en México” y exportarlos a los EE.UU. No se niegan casos donde todo el proceso se lleva a cabo en nuestro país, pero no es la norma.
Sin embargo, las tasas de crecimiento económico han permanecido en niveles muy bajos con respecto al potencial de la economía. De acuerdo a estimaciones realizadas por este y otros autores, así como del propio INEGI, la contribución al crecimiento del PIB la explica en orden de importancia el capital humano y el capital físico.
Por su parte la productividad [total] de los factores ha sido negativa en el agregado durante los últimos 30 años, es decir, nuestra economía en el agregado no solo no crea sino destruye valor.
Existe un debate para explicar este fenómeno, y se sabe que son un buen número de factores que se conjuntan para que nuestra economía sea tan poco productiva. No obstante uno de ellos es el de innovación.
Esta puede tomar distintas formas, desde creación de nuevos productos, nuevas formas de uso de productos existentes, nuevos diseños, nuevos y más eficientes procesos para producir productos existentes, nuevas maneras de organizar el negocio así como nuevas maneras de empaquetar y mercadear el producto o servicio.
La pregunta que emerge es ¿puede México transitar de una línea de ensamblaje para los EE.UU. a una nación innovadora? Se parte de que esto sería una estrategia de largo plazo, pero que, dadas las condiciones actuales, habría que empezar desde cero (desafortunadamente el ciclo político muchas veces impide el diseño de estrategias de más largo aliento).
Un lugar común en México es comenzar la discusión haciendo referencia al papel del gasto para el desarrollo científico. Tan es así que nuestro Programa de Ciencia y Tecnología 2014-18 coloca como principal estrategia llegar al 1% del PIB en gasto en C&T.
En efecto, se ha observado una relación positiva entre el gasto y la innovación, medida ésta como número de patentes o por medio de la construcción de distintos índices que capturan desarrollo científico y tecnológico.
Permítaseme ilustrar esta relación sólo para México (aunque las relaciones normalmente se encuentran incluyendo a un buen número de países).
Sin embargo, esta correlación puede ser espuria, es decir, puede no reflejar una causalidad en ambos sentidos. Para explicar este fenómeno utilizaremos comparativos internacionales, en particular, emplearemos a los países BRIC (Brasil, China, India y Rusia) y a EEUU. Comencemos considerando la gráfica #2 de la evolución del número de patentes en el tiempo para estos países, incluyendo el nuestro.
Para 1999, China se ubicaba con el mismo número que México. Para 2015, el país asiático rebasó a los EE.UU. México se quedó en último lugar entre estos países BRIC.
¿Esto sugeriría que tendríamos que gastar más para revertir la tendencia y alcanzar así a los EE.UU. algún día? La respuesta es: no necesariamente. Para argumentar esto, considere el indicador de cuántas patentes se obtienen por punto porcentual del PIB gastado en I&D[2]. Esto mide la eficiencia en el gasto en I&D.
Si el gasto en I&D fuera siempre usado de manera eficiente, todos los países debieran alcanzar el mismo nivel indicador. Un número bajo significaría ineficiencia en el uso de los recursos que actualmente se gastan. La gráfica #4 muestra el indicador para los países seleccionados. Observe que EEUU es el más eficiente en utilizar el gasto en I&D (para 2014 alcanzó 93,000 patentes por punto de PIB gastado en C&T). Pero observe China que para 1996 obtenía poco más de 2,500 patentes, alcanzó 86,000 para 2014, ligeramente debajo de los EE.UU.
Tristemente, México inicia mal y continúa un poco menos mal a pesar del incremento del gasto en I&D. Para 1996 patentaba 800 unidades por punto porcentual del PIB mientras que alcanza 1400 para 2014, muy por debajo de EEUU (i.e. México es 66 veces más ineficiente que éste), China (i.e., México es 61 veces más ineficiente que éste) y Rusia (i.e., México 15 veces más ineficiente que éste).