IMPULSO/ Gerardo Esquivel
La vida sin TLCAN
Es necesario que los mexicanos empecemos a analizar, discutir y reflexionar sobre un escenario que hasta hace poco parecía impensable: el del fin del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Al parecer, la visión de Donald Trump sobre el comercio en general y sobre el TLCAN en particular conducirán a su término.
La visión de Donald Trump sobre el comercio es una de suma cero, en donde lo que uno gana el otro necesariamente lo pierde. Se trata de una visión totalmente contrapuesta al enfoque moderno que entiende al comercio como una actividad en donde las dos partes podrían beneficiarse mutuamente.
Dada la visión de Trump, la única métrica de éxito que él seguramente aceptaría es una en la que el déficit comercial de su país con México logre disminuir. Esto último, sin embargo, solo puede ocurrir a través de dos vías: o aumentan las exportaciones de EE.UU. a México o disminuyen las importaciones de EE.UU. provenientes de México. Esto a su vez sólo puede suceder por dos vías generales. La primera sería a través de un cambio en los precios relativos entre los dos países, es decir, si se encarecieran los productos mexicanos o se abarataran los productos norteamericanos.
El problema es que ello supone una apreciación del peso frente al dólar, mientras que lo que ha ocurrido desde la elección presidencial norteamericana es exactamente lo contrario, por lo que esta vía debe descartarse. La segunda forma de lograr el objetivo de Trump sería a través de la imposición de aranceles a las importaciones de origen mexicano o con subsidios a las exportaciones de Estados Unidos a México. Se trataría de actos que violarían las condiciones comerciales vigentes en el TLCAN y que resultarían inaceptables en el contexto de una posterior negociación comercial. Es por ello que el tener como objetivo la reducción del déficit comercial de Estados Unidos parece conducir de manera inevitable al fin del TLCAN.
¿Cuáles serían los costos de que se terminara el TLCAN? Últimamente han aparecido algunas voces sugiriendo que los costos serían relativamente pequeños. Hay dos tipos de argumentos en este sentido: por un lado, hay quienes señalan que en realidad pasaríamos a comerciar con Estados Unidos en el contexto de la Organización Mundial de Comercio y que en ese caso los aranceles promedio serían relativamente bajos (menos de 3%). Otros sugieren que, dado que los beneficios del TLCAN han sido relativamente escasos, entonces los costos del ajuste también podrían ser bajos. Considero que esta conclusión es errónea. En el corto plazo los costos podrían ser considerables, especialmente en ciertos sectores económicos y en ciertas regiones del país que hasta ahora se han beneficiado ampliamente del acceso comercial a Norteamérica.
@esquivelgerardo