Octubre 6, 2024
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Opinión


IMPULSO/ Mauricio Meschoulam

Medios, violencia y paz: un nuevo estudio

Un ataque terrorista tras otro, balaceras, muertos, desaparecidos y delitos de alto impacto. Si no en nuestra cercanía geográfica, sí a un solo click de distancia.

 

El contacto con los medios nos genera estrés, eso ya lo sabíamos hace tiempo. Hace unas semanas, el NYT, preocupado por la ola de noticias de violencia que sus audiencias han recibido, publicó una serie de consejos para amortizar el estrés en sus lectores.

Un estudio que efectuamos en 2012 detectó que, en México, un elevadísimo porcentaje de personas padecía síntomas sugerentes de estrés post traumático por la violencia asociada al crimen organizado y que, mientras más conectados estábamos a medios o redes sociales, esos síntomas tendían a incrementarse.

Posteriormente, encontramos, por un lado, que los participantes mostraban una enorme desconfianza en “los medios” de comunicación, y por el otro, una constante molestia al respecto de cómo dichos medios cubren los temas de violencia. Recientemente decidimos estudiar más acerca de cómo o en dónde se está dañando la relación medios-sociedad. ¿De qué medio o medios específicos estamos hablando? ¿Hay algunos que no son percibidos como los demás? ¿Cuáles y por qué? ¿Qué es lo que hace que nuestros participantes se acerquen a determinados medios y qué es lo que hace que se alejen de otros? ¿Qué es lo que les produce enojo con medios o periodistas específicos y cómo se construye socialmente esa serie de sentimientos? Me pareció relevante compartir unos avances.

Resalta nuevamente la desconfianza en los medios de comunicación que los participantes exhiben, ocasionada por la combinación de: (a) una subyacente desconfianza en el gobierno, y (b) la percepción de que el gobierno y “los medios” se encuentran coludidos. Eso nos lleva a las características que los entrevistados más parecen valorar de algunos medios que sí les producen confianza: la objetividad, el pensamiento crítico y reflexivo.

Casi a la par con lo anterior, los participantes muestran un cúmulo de sentimientos negativos a raíz del amarillismo que perciben en los medios. En su visión, se exhibe demasiada violencia, muy por encima de lo que la audiencia necesitaría para estar correctamente informada. Muchos manifiestan enojo. Otros se sienten impotentes y consideran que el contactar a los medios sólo les produce depresión o frustración. Por consiguiente, muchos eligen evadirse y prefieren no enterarse de lo que sucede.

La mayor parte de entrevistados, sin haber leído libros, sin haber estudiado teorías, plantean de manera simple y clara propuestas como estas: (1) Priorizar el respeto a las víctimas y a sus familiares antes de exhibir fotografías o siquiera hablar de ellas, (2) Evitar el exceso de imágenes violentas de esas que los noticieros o periodistas “advierten” antes de exhibir, (3) No sólo hablar de la violencia, sino también de sus causas raíz, así como de potenciales soluciones. En su visión, los medios podrían contribuir a generar pensamiento crítico, reflexivo y alternativo en las audiencias.

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