Julio 16, 2024
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Opinión

IMPULSO/ José Antonio Crespo

¿Misión cumplida?

1) Le cae de perlas al Gobierno de Enrique Peña Nieto la tercera captura del Chapo Guzmán. Ya necesitaba algún éxito para compensar la mala imagen que ha acumulado en el último año y pico. Le será de gran utilidad mediática e internacional, y probablemente la popularidad presidencial mejorará en cierta medida.

 

2) Más que oportuna fue también esta recaptura, después del duro golpe emitido por el editorial del New York Times, que le criticaba a Peña, entre otras cosas, la fuga del Chapo. Pero la crítica era menos al hecho de que El Chapo no había sido recapturado, y más a que se haya escapado en las condiciones en las que lo hizo, y que no hubiera una investigación completa sobre los responsables de esa fuga. Los hasta ahora procesados seguramente no son ni la mitad —ni en número ni jerarquía— de quienes desde dentro y afuera del penal fueron comprados para facilitar el “gran escape”. La recaptura del Chapo en nada cambia la putrefacción institucional del país.

3) Difícilmente se podrá eludir en esta ocasión la extradición del Chapo, para infortunio suyo. Planear una nueva fuga allá le sería casi imposible. Aunque también en ese país hay corrupción, se percibe un poco más difícil comprar a medio mundo dentro y fuera de los penales —pese a contar con todo el dinero del mundo—, a diferencia de lo que ocurre aquí. No hay pues argumentos para intentar retener al Chapo en el país.

4) Capturar a los capos del crimen es algo consustancial a un Estado de derecho (como el que vanamente pretendemos construir en México), pero, tratándose de los cárteles, el efecto disuasivo que se busca parece ser nulo. Es tal la rentabilidad económica en tales actividades que la aplicación de la ley no genera la disuasión esperada entre capos, sicarios o aspirantes a serlo. Tampoco dichas capturas parecen desmantelar los cárteles correspondientes, aunque a veces sí provoca su fractura (generando mayor violencia e inseguridad, en lugar de menos, como se vio en Morelos tras “abatir” a Arturo Beltrán Leyva).

5) El beneficio real de tales capturas podría consistir en la información que se obtenga del detenido sobre sus redes de complicidad con empresarios, gobernantes, instituciones financieras, policías y jueces. Siempre y cuando se actúe después en consecuencia. Eso se dijo que ocurriría en la segunda captura del Chapo, pero tras año y medio de tenerlo preso no vimos nada de eso. Quizá en Estados Unidos sí aflore esa información, lo que de cualquier manera no garantiza que algo cambie en el descompuesto entramado institucional mexicano.

 
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