Julio 16, 2024
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Octante Luna de Elías Dávila

IMPULSO/  La Maga

En Toluca se cultiva el Haikú.  Cierto. Las fases de la luna son explicables si se aplica la geometría de la luz alcanzando diferentes rincones de la superficie lunar, el satélite cambia sus iluminaciones en cada una de sus fases, se distinguen los octantes que son muchos, no sólo cuatro, pues la palabra cabe en la matemática, la astronomía y la náutica. Tanto puede expresarse con un solo par de palabras, como en la poesía en donde se concentra la síntesis, la concreción y más aún en la poesía oriental, japonesa, de rancio abolengo chino conocida como Haikú, un conjunto de tres versos, con un esquema métrico 5-7-5, es decir, el primero de cinco sílabas, el intermedio de siete y el tercero de cinco sílabas, hasta hacer un total de diecisiete sílabas. Un arte milenario que respondía a cuestionamientos imperiales, grandes decisiones se tomaban de la gracia de los poetas Haijin cultivadores de la filosofía del Tao y posteriormente del Zen. Hasta nuestros días llega el Haikú como una leyenda de oriente, pero se devela lentamente ante occidente, en nuestro país, con los primeros haikus, en 1919 con la intromisión de ARTE de José Juan Tablada a partir del cual, otros autores se animan a incursionar en el género.

En nuestra bella ciudad, Toluca, existe una hermandad con una ciudad japonesa (Urawa, ahora Saitama) y en sus cercanías, un don natural de los poetas de esta tierra hace que aprendan a elaborar la belleza en cuanto abren los ojos a la luz y a la naturaleza circundante. Un ejemplo vivo es el poeta de Haikú, Elías Dávila Silva, originario de San Pedro Totoltepec, con una sólida trayectoria dentro del mundo del Haikú, ha sido becario por la Escuela de Escritores de SOGEM, México, publicado en múltiples revistas especializadas, premiado en diversos países, pero es nuestro, de aquí y recientemente presentó su más reciente poemario “Octante Luna”, editado por La Casa del Poeta Dolores Castro;  un breviario sobre la contemplación del entorno, la modernidad y sus escasos silencios. Para aproximarse a esta forma literaria, será de gran valor este pequeño libro, un “librín” como le llama cariñosamente su autor, quien desborda apasionamiento cuando de haikú se le pregunta o cuando nos habla generosamente de las figuras de primer orden en la literatura mexicana que lo impulsaron y guiaron en este camino de cuasi perfección en la palabra. La presentación se dio en el marco de las sesiones del GruEm Grupo Escritores Mexiquenses en Capilla Exenta con la lectura de obra y comentarios por parte de la Maestra Blanca Aurora Mondragón y el editor Maestro Francisco Navarro,  durante una tarde llena de filosofía y sencillez.