IMPULSO/Miguel A. García
Toluca
En México, apenas el 10 por ciento de las mujeres tiene seguridad social, factor que genera en gran medida que ellas sigan dependiendo de sus esposos. De acuerdo a Martha Hoffman, investigadora de la Escuela de Gobierno y Transformación, las políticas públicas con enfoque de género no tienen un impacto positivo en la disminución de la desigualdad y el rezago social en el que se encuentran las mujeres.
Afirma que, pese a que se cumplen ya cuatro décadas de que distintos gobiernos han promovido esta tendencia, como pilar de su trabajo, las mujeres siguen viviendo la pobreza y el rezago de formas distinta y más grave frente a los hombres.
“La mujer sigue viéndose como aquella que se sacrifica de manera altruista por los hijos, por lo que su trabajo de intermediario no debe ser pagado, pues las mujeres disfrutan de cuidar de los enfermos y llevar a los niños a la escuela”.
Explica que, en la década de los 90, el diseño de las políticas públicas estableció como pilar el enfoque de género, pero ha sido entendido de forma errónea, pues no ataca la pobreza en la que viven, sino que sean ellas transmisoras de los programas que les acerca el gobierno.
“El programa Próspera es sólo la transferencia de dinero condicionado porque son políticas que se basan en el estereotipo de lo que es la tradicional explicación de lo que son los roles de género”, argumenta. Con ello, explica que, en la actual política social, la mujer no es vista como un ser autónomo, sino como responsable de la alimentación de sus hijos.
“En el caso de las mujeres pobres es peor, son vistas como un ser humano que debe ser revisado y fiscalizado para comprobar que el poco dinero que le transfiere el gobierno ha sido utilizado de manera responsable”.
Numeralia
10 por ciento de las mujeres no cuentan con seguridad social en México, lo que las hace depender de sus esposos.