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Empecemos el 2018 con una maravillosa noticia: pese a los funestos pronósticos del boletín que publica el Reloj para el Día del Juicio (thebulletin.org/timeline), que marcaba que la humanidad estaba a dos minutos y medio de la catástrofe final, hoy estamos aquí para contarlo.

Cabe aclarar que el Boletín Científicos Atómicos es una prestigiosa organización científica con más de 70 años de historia, orientada a la investigación de reportes detallados y análisis convincentes de científicos y expertos, que publica en revistas bimestrales que pueden ser encontradas en infinidad de universidades en todo el mundo y que divulga piezas insignes cómo el icónico Reloj para el Día del Juicio (thebulletin.org).

Pero aún no cantemos victoria para lo que nos viene en los próximos 12 meses: antes de que termine enero, el @BulletinAtomic dará a conocer el Reloj para el Día del Juicio o 2018 Doomsday Clock Statement, y tengo serias dudas de que la humanidad esté más lejana a un apocalipsis que el año anterior.

Y no se trata de la bravata usual de un Trump, presumiendo su “masculinidad” a través de un tuit en el que ostenta que “su botón nuclear es más grande y más poderoso que el suyo y que su botón funciona”, en referencia al discurso de año nuevo en el que Kim Jong Un declaró que “Estados Unidos está dentro del alcance de un ataque nuclear y que el botón nuclear está siempre en el escritorio de su oficina”.

Son los conflictos entre las varias súper potencias que se encuentran en diversas geografías en las que luchan por avanzar posiciones. Es acerca de Rusia y su posición en Siria; es Estados Unidos pensando que subrepticiamente puede romper tratados sin poner en riesgo a Europa.

Así, oculto entre un presupuesto astronómico de 700 mil millones de dólares para la defensa, Trump firmó un fondo de “25 millones para el desarrollo de un vehículo móvil, para el lanzamiento terrestre de misiles de mediano alcance. Este tipo de misiles están prohibidos por el tratado rmado entre la Unión Soviética y Estados Unidos en 1987, cuyo objetivo era proteger fundamentalmente a los países europeos, que podían recibir un ataque nuclear en menos de 6 minutos sin previo aviso.

Apenas 3 días después de que Trump rmó el presupuesto en diciembre pasado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte manifestó su preocupación, indicando que era esencial mantener la estabilidad y reducir el conflicto.

Naturalmente alertó a Estados Unidos de la posibilidad de que esto propiciara el repudio del tratado por Rusia, haciendo de ésto “un arma hacia ningún lado”. Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores ruso expuso: “Queremos señalar una vez más que Rusia continuará con el cumplimiento del tratado en su integridad siempre y cuando nuestras contrapartes hagan lo mismo”. Pero nada hizo cambiar la opinión de los republicanos.

Es Corea del Norte la decidida a contar con un arsenal nuclear lo suficientemente potente cómo para intimidar a cualquier nación que pretenda someterla y que, para demostrarlo, tan sólo el año pasado llevó a cabo 16 pruebas en las que detonó 23 misiles, entre los cuales se encontró un misil balístico intercontinental lanzado como provocación para Estados Unidos, precisamente el 4 de julio, día de su independencia.

Además de haber detonado una bomba de hidrógeno. Es Estados Unidos y la interminable lista de decisiones del gobierno de Trump contrarias a la preservación de la humanidad: el repudio al Acuerdo Climático de París; la eliminación de reservas naturales para el otorgamiento de concesiones mineras en territorio norteamericano; la legalización del fracking; la eliminación de leyes y reglamentos pro-ambientalistas en Estados Unidos; la decisión de instalar la embajada estadounidense en Jerusalén contra la que votó la abrumadora mayoría de los países en Naciones Unidas, y que podría hacer más grave aún el conflicto palestino.

No en balde este primero de enero de 2018, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, no lanzó una felicitación, sino una alerta roja para el mundo. Una llamada convocando a todos, especialmente a los líderes, porque la unidad es el camino y nuestro futuro depende de ello.

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