IMPULSO/ Edición Web
Chihuahua, Chih.
El crimen organizado se adueña de los bosques de la sierra Tarahumara de Chihuahua, donde arrebatan a los ejidos la producción forestal y obligan a los campesinos a sembrar enervantes, denuncian pobladores de comunidades como Madera y Guachochi, así como organismos no gubernamentales.
En todo Chihuahua, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente apenas dispone de 12 personas para inspecciones y vigilancia, lo que aprovechan los talamontes para adueñarse de tierras y extender su control a los aserraderos que envían su producto, legalizado, a ciudades del norte y el centro del país.
Los indígenas rarámuris son uno de los grupos más afectados. La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas en el estado reconoce que hay poblaciones en el municipio de Madera que han quedado abandonadas por las amenazas y la violencia.
“Sabemos que hay comunidades vacías en Madera, pero no sabemos dónde están sus habitantes”, dijo Irma Villanueva, de la CEAV estatal.