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Ciudad de México
Ubicado a 3 mil 870 metros sobre el nivel del mar, en el lugar hay un estanque estacional dentro del cual se construyó en la época prehispánica un tetzacualco (adoratorio).
Algunos mitos mesoamericanos sobre la creación del mundo señalan que Cipactli (el monstruo de la tierra) flotaba sobre las aguas primigenias y a partir de su cuerpo se creó el cielo y la tierra.
En este sentido, Nahualac, un sitio ubicado en las faldas del volcán Iztaccíhuatl, podría emular dicha concepción, ya que la existencia de un tetzacualco (adoratorio) en medio de un estanque natural y el efecto óptico que se produce en el espejo de agua, del que pareciera que la estructura emana, hace sugerir que el lugar es la representación de un tiempo y espacio primigenio, un modelo miniatura del universo.
Lo anterior fue referido por la arqueóloga Iris del Rocío Hernández Bautista, de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), responsable de la investigación arqueológica de alta montaña en ese lugar, ubicado a 3 mil 870 metros sobre el nivel del mar, en el municipio de Amecameca, Estado de México.
“La intención de que el agua rodeara elementos arquitectónicos rituales específicos parece haber sido una parte importante dentro del pensamiento mesoamericano, lo vemos en Tenochtitlán, o en la Ciudadela, en Teotihuacán, como lo reportaron recientemente Julie Gazzola y Sergio Gómez”.
La arqueóloga Hernández Bautista señaló que en 2015, a partir de una denuncia de destrucción del sitio, se creó el Proyecto Arqueológico Nahualac.
En 2016 un equipo multidisciplinario emprendió una temporada de excavación en la que se recuperaron numerosos fragmentos cerámicos, materiales líticos, lapidarios y restos orgánicos. Fuente: INAH